27 de julio
|1867 – Nacimiento en Lérida (España) del compositor y pianista ENRIQUE GRANADOS. Trasladado en fecha temprana a Barcelona, no tardó en estudiar piano con Pujol y armonía con Pedrell. En esta época de aprendizaje acusa la poderosa influencia de Robert Schumann. En 1887 fue a París con la esperanza de matricularse en el Conservatorio de aquella ciudad, pero una larga enfermedad se lo impidió. En 1889 volvió a Barcelona, donde se dedicó a dar clases de piano. Al igual que Albéniz, siete años mayor, fue un pianista brillante y (más que aquel) un destacado romántico. Hacia 1895 comenzó a escribir su primera ópera, María del Carmen, con libretto de Feliu y Codina, que se estrenó (dirigida por el mismo Granados) en el Circo Parish de Madrid el 12 de noviembre de 1898, tras una audición privada en el Teatro Principal de Barcelona, dirigida por Pablo Casals, que jamás había dirigido una orquesta hasta entonces. Granados tenía en común con Falla, nueve años más joven, el cuidado por los detalles y la delicada finura del sentimiento. Con motivo del sesquicentenario del nacimiento de Goya, Granados compuso un ciclo de piezas para piano en las que recordaba el esplendor del Madrid romántico, tal como lo había representado magistralmente el gran pintor en sus cuadros de costumbres. El ciclo se denominaba, de acuerdo con el contenido, Goyescas. Las piezas se hicieron muy célebres en España, al igual que sus Danzas españolas, sus Canciones amatorias (interpretadas por María Barrientos), su Colección de tonadillas escritas en estilo antiguo y algunas de sus primeras obras escénicas, que más bien habría que incluir en el género de la zarzuela. Las Goyescas se estrenaron en 1911 en el Palacio de la Música de Barcelona. A diferencia de su amigo Isaac Albéniz, no le gustaba viajar, y el único viaje importante que hizo le costó la vida. Sobre la base de las Goyescas, había compuesto una ópera con el mismo título y había sido invitado por el Metropolitan Opera House de Nueva York para dirigir allí la obra. Al regresar a su país, el buque en que viajaba, el Sussex, fue torpedeado por un submarino alemán el 24 de marzo de 1916 en aguas del Canal de la Mancha. Se dice que Granados pudo haberse salvado, pero no quiso separarse de su esposa, que se estaba ahogando, y perecieron los dos.
Fuente:
Pahlen, Kurt – DICCIONARIO DE LA OPERA
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1872 – Fallecimiento en París (Francia) del compositor MICHELE CARAFA. Había nacido en Nápoles (Italia) el 17 de noviembre de 1787. Oficial del ejército napoleónico, ayudante del general Murat en 1806; cuando cayó Napoleón se dedicó a la música, componiendo óperas para Milán, Venecia, Nápoles y París. En 1828 se estableció en París; en 1837 fue miembro de la Academia; en 1840 profesor de composición en el Conservatorio. Además de 36 óperas y algunas cantatas y ballets, compuso mucha música religiosa, Misas, Réquiem, Stabat Mater, etc.
Óperas: “Gabriella di Vergy” (1816); “Jeanne d’Arc à Orléans” (1821); “Le solitaire” (1822); “Le valet de chambre” (1823); “Il sonnambulo” (1824); “La belle au bois dormant” (1825); “Le nozze di Lammermoor” (1829); “La prison d’Édimbourg” (1833).
Fuente:
Della Corte, A.; Gatti, G. M. – DICCIONARIO DE LA MÚSICA
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1915 – Nacimiento en Florencia (Italia) del tenor MARIO DEL MONACO. Aficionado al canto desde muy joven, comenzó a ejercitarse con los discos de sus ilustres colegas Caruso, Pertile, Martinelli, Fleta, Gigli y Lauri-Volpi, de quienes trataba de aprender la parte vocal, técnica e interpretativa. Con la venia de su padre estudió durante breve tiempo con Raffaeli y Melocchi en el Conservatorio de Pesaro. Posteriormente fue notado por Tullio Serafin, quien le aconsejó que se inscribiera en la escuela lírica de la Opera Real de Roma donde ganó una plaza en 1935. Participó en algunas funciones de Cavalleria Rusticana en Cagli (Pesaro) en 1940 e hizo su debut oficial como Pinkerton en el Teatro Puccini de Milán junto a la protagonista de Atzuko Ita (1941) en un momento de asueto del servicio que por entonces prestaba en el ejército italiano. Luego de los primeros éxitos en teatros de provincia (Madama Butterfly en Florencia, junto a Toti Dal Monte, La Traviata en Verona, con Mercedes Capsir y Lucia di Lammermoor, con Pagliughi, en Treviso, Florencia y varias ciudades de Sicilia) Del Monaco empezó a afianzarse en las salas prestigiosas de la península (La Fenice, La Bohème, en 1943) hasta llegar a La Scala el 16 de diciembre de 1945 como Pinkerton en Madama Butterfly junto a Iris Adami-Corradetti. Volvió en enero de 1949 (luego de algunos triunfos en el exterior) como Des Grieux en una Manon Lescaut protagonizada por Elisabetta Barbato. En marzo de ese año encarnó a su bien perfilado Andrea Chénier junto a su futura habitual coprotagonista Renata Tebaldi. En febrero de 1950 dio a conocer su Radames de Aida con esa misma soprano (y su ocasional sustituta Maria Callas) y Fedora Barbieri. En enero de 1951 repitió Andrea Chénier, esta vez con la Caniglia y Taddei, y al mes siguiente hubo otras funciones de Aida.
El 7 de diciembre de 1953 Del Monaco regresó a La Scala para inaugurar la temporada con una Wally de Catalani en la que cantaron Tebaldi, Güelfi y la muy joven Renata Scotto, bajo la dirección de Carlo Maria Giulini. En enero los milaneses pudieron aplaudir por primera vez su ya famoso Otello, con Tebaldi como Desdemona y el debut italiano de Leonard Warren, excelente Iago que no obtuvo el favor de ese público. El 8 de enero de 1955 Del Monaco tendría que haber cantado Manrico, pero presionó a Ghiringelli para que se sustituyera ese Trovatore por Andrea Chénier. Maria Callas, que estaba programada para Leonora, aprendió el rol de Maddalena en breve tiempo, cantó sin el brillo de costumbre un repertorio que no le era propicio y fue hostilizada por el público tebaldiano. El 7 de diciembre de 1955 se inauguró la temporada siguiente y los laureles fueron para Norma-Callas y Adalgisa-Simionato, quienes configuraron la dupla femenina más completa de sus tiempos. Pollione-Del Monaco, reñido con las leyes de Bel canto e incapaz de hacer la menor coloratura, brindó un desempeño sombrío y casi baritonal que respondía a lo que en ese momento se esperaba del rol. El tenor regresó a La Scala en marzo de 1957 con una Fanciulla del West coprotagonizada por Frazzoni y Gobbi, y en diciembre intentó el Lohengrin, junto a la malévola Ortrud de Elena Nicolai y la bella voz de Marcella Pobbe. Estas funciones se hicieron, como era costumbre en esa época, en italiano.
En abril de 1959 compartió algunas funciones de Carmen con Franco Corelli, entonces en curva ascendente, y la festejada protagonista de Giulietta Simionato; el idioma volvió a ser el italiano. En mayo realizó uno de sus éxitos más legítimos: Francesca da Rimini de Zandonai junto a la magnífica Magda Olivero. La temporada 1959/60 se inauguró con el Otello de Del Monaco, Gobbi en un perfecto Iago y una empeñosa pero contundente Leonie Rysanek como Desdemona. En enero de 1960 hubo otro Andrea Chénier en un estado vocal algo apremiado y siempre con la Maddalena de Tebaldi; Gérard fue Ettore Bastianini. El 27 de mayo se ofreció la histórica reposición de Les Troyens de Berlioz con Del Monaco como Eneas y un elenco en el que también brillaron Simionato, Cossotto, Rankin y Zaccaria, bajo la dirección de Kubelik. Con la misma Giulietta como Dalila sería un legendario Samson en abril de 1961. El poderío vocal de los protagonistas dejó en un segundo lugar la inoportuna presencia del idioma italiano. Ese período de glorias vocales e histriónicas en La Scala finalizó con algunas funciones de Carmen en marzo de 1963. Otras actuaciones destacadas en Italia fueron La forza del destino del Maggio Musicale Fiorentino de 1953 (con Tebaldi) y La fanciulla del West (con Steber) del año siguiente. Ambas versiones fueron dirigidas por Dimitri Mitropoulos. Del Monaco se había presentado por primera vez en la Arena de Verona en 1946, para luego convertirse en un favorito de esas audiencias.
Las presentaciones de Mario Del Monaco en el exterior comenzaron al finalizar la guerra y coincidieron con sus primeros triunfos italianos. En un principio fue la ópera de El Cairo con Tosca y Fedora. Llegó al Covent Garden de Londres como intérprete de la compañía del San Carlo de Nápoles (1946) y fue aplaudido en Pagliacci, Tosca y Madama Butterfly. El mismo año fue Canio en el Liceo de Barcelona y posteriormente se presentó en México y Brasil. Del Monaco llegó a la Argentina en 1949 bajo el auspicio y protección de Tullio Serafin y su Calaf fue delirantemente aceptado, a cambio de la frialdad con que se recibió a la Turandot de Maria Callas. En La forza del destino mostró un canto privado de imaginación y fraseo variado. En 1950 volvió en gloria y majestad para Il Trovatore y una nueva Forza, otra vez con «más cantidad que calidad». Sin embargo, el hecho más señalable de esa temporada fue su primer acercamiento a Otello, con Delia Rigal y Carlo Guichandut en el elenco. Desde ese momento se pudo apreciar que, sin restarle valor a Ramón Vinay, Del Monaco estaría a la cabeza durante toda la década en las ropas del célebre personaje verdiano.
Su debut en Estados Unidos estuvo, como muchos casos famosos, en manos de Gaetano Merola y su Opera de San Francisco. Debutó junto a Tebaldi en Aida el 26 de septiembre de 1950. Poco después cantó Andrea Chénier con Albanese y Weede, y Manon Lescaut junto a Dorothy Kirsten y Giuseppe Valdengo. Ese año hubo Otello en la compañía, pero todavía en las firmes manos de Vinay. En 1952 se presentó en Tosca, con Kirsten y Weede y en una Aida bastante mediocre. Mejor fue el resultado en el Luigi de Il Tabarro, un papel que frecuentaría poco en el futuro. Siguió un Trovatore con Herva Nelli, la vapuleada soprano de Toscanini. Varios años transcurrieron hasta su regreso a San Francisco (1959) con Andrea Chénier para mostrar su Otello que ya había recibido la aprobación mundial. También hizo un aislado Radamés en lugar de Vickers. En 1962 regresó por última vez con una Carmen y un Pagliacci que tuvo a Bastianini como Tonio y la insólita Nedda de Marilyn Horne.
Las actuaciones de Mario Del Monaco en el Metropolitan partieron el 27 de noviembre de 1950, después de los aplausos de San Francisco. La ópera del debut fue Manon Lescaut, de la que cantó una sola función sustituyendo a Jussi Björling. Esta presentación de prueba sirvió para un auspicioso regreso en la temporada siguiente con Aida, Cavalleria Rusticana, una extraña e inadecuada aproximación al Edgardo de Lucia di Lammermoor, Otello, Carmen e Il Trovatore. En 1952/53 sus nuevas óperas fueron La forza del destino, La Gioconda, Tosca y Pagliacci. En 1954/55 apadrinó a Tebaldi en su debut en esa sala y acompañó a la firmemente asentada (pero decadente) Zinka Milanov en Andrea Chénier. El 2 de abril hizo un aislado Pinkerton, que ya le quedaba muy incómodo. La temporada 1956/57 se inauguró con la célebre Norma que marcó la primera presentación de Callas en el Met (29 de octubre) en una jornada tensa a causa de diversos factores como la prensa sensacionalista, la inadecuación al Bel canto del tenor y de la mezzo Fedora Barbieri y el estado vocal de una cansada protagonista que empero mostró su artisticidad y carisma. Al mes siguiente Del Monaco fue un vociferante Ernani junto a Milanov, imposible como Elvira, y el gran fraseo de Warren. El último papel nuevo del tenor para la compañía fue el protagonista de Samson et Dalila en marzo de 1958. Interpretó el Des Grieux de Puccini, Edgardo y Manrico sólo en una oportunidad. Otras salas que lo escucharon fueron Toronto (Aida, junto a Milanov y Merrill, en 1952), Viena y Tokyo. No pueden dejar de mencionarse sus apariciones en el Teatro Bolshoi de Moscú, que dejaron como consecuencia algunos registros bilingües de sus títulos más frecuentados (1965). Su último Verdi en repertorio fue Stiffelio, cantado en 1972 en el San Carlo de Nápoles. Se retiró de los escenarios en 1975 luego de un Pagliacci en Palermo.
MARIO DEL MONACO falleció en Mestre (a las puertas de Venecia) el 16 de octubre de 1982, había pedido ser sepultado con su traje de Otello.
Del Monaco nunca llegó a ser un cantante de tipo moderno, como lo fueran Caruso y Schipa en su época o Björling en la suya. Es evidente que lograba impactar en escena en algunos personajes como Canio y el mismo Otello, pero los recursos empleados estaban íntimamente emparentados con la demagogia que había reinado en las décadas anteriores. Es así que no faltaron los desplantes caprichosos y los brazos siempre abiertos al cantar las frases grandilocuentes. Le faltó la verdadera artisticidad que pudiese dar apoyo a un sistema de fonación tan generoso como el suyo. La voz de Del Monaco era bella y en la zona grave tenía características baritonales. Esto no obedecía como en el caso de Caruso a una progresiva debilidad en la zona superior (que Del Monaco dominaba muy bien) sino a un trabajo de muchos años con el propósito de enfocar en el centro lo mejor de sus sonoridades. El Do agudo no le dio mayores problemas en los primeros años y eso nos hace pensar que en los vocalizo alcanzara el Re. Esto se nota en la valentía con que surgen sus Si bemoles, que no fallaban jamás. Su técnica le hacía cubrir el pasaje y las notas altas, pero la insistencia en el canto robusto le hizo emitir sonidos muy desagradables, sobre todo en los recursos del quasi parlato. Por eso es que aun cubriendo, daba la idea de cantar abierto al servicio de un canto demagógico.
Este tipo de emisión tuvo el efecto de desorientar a los públicos y hacerlos pensar que el Pollione de Norma o el Ernani de Verdi debían ser cantados así. En realidad, Del Monaco estaba negado para cualquier intento belcantístico y no aportaba nada de lo que Bellini pide. Es necesario elogiar el amplio fraseo con que enfrentaba algunos pasajes verdianos, sobre todo cuando no los arruinaba con énfasis innecesarios. Pero al compararlo con un Bergonzi, cantante de caudal sonoro aún más módico, se nota que sus interpretaciones adolecían por lo general de una intrascendencia y superficialidad irritantes. En Puccini logró innegables éxitos en Calaf y Dick Johnson, aunque con el enfoque elemental de costumbre. Cavaradossi y Des Grieux surgen rígidos y algo rústicos, y eso es lo menos adecuado para los enamorados de Floria y Manon. Su adorado Andrea Chénier tiene un carácter noble y viril, y se nota que allí pone todos sus esfuerzos para obtener un producto acabado. Aun así, penaba vocalmente en el último acto y lo hacía transportar. Tampoco tenía la suprema calidad canora y auténtica visceralidad de Gigli o la apostura física y vocal de Corelli. Aun con los defectos señalados el rol ha caído en la orfandad después de estos tres tenores, a pesar de los esfuerzos de Domingo (cuya voz carece de seducción) o Carreras (muy limitado en el aspecto técnico).
Divístico y fanfarrón, Del Monaco no fue un partenaire fácil para sus ocasionales compañeros de elenco. Su testa di tenore funcionó siempre y llenó de inquietudes a muchas compañías líricas. Sin embargo, la Simionato dice que fue su Don José preferido porque nunca le hacía daño en el último acto. Aunque no era alto, tenía un aspecto físico típicamente peninsular y un carácter florentino que le daban gran atractivo. Su incursión en el sendero de la canzonetta fue insatisfactorio ya que se refugió en la expresión vociferante, externa y directa en lugar de explotar los sutiles recursos que un Di Stefano (campeón en esta área) y los antecesores Gigli y Caruso administraban magistralmente. Por otra parte, le costaba enormemente cantar piano a causa de la técnica antes citada y esa limitación afectaba la aproximación al espontáneo canto italiano de pueblo. El susurro le estaba totalmente vedado.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – CALLAS Y 99 CONTEMPORANEOS
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1924 – Fallecimiento en Berlín (Alemania) del del compositor y eximio pianista FERRUCCIO BUSONI. Había nacido en Empoli (cerca de Florencia, Italia) el 1 de abril 1866. Autor de las óperas «Arlecchino» (1918), la fábula china «Turandot» (1918) y la inconclusa «Doktor Faust» (1925). Estableció una nueva teoría de la ópera en forma de comedia musical fantástica, humorística y grotesca, que influyó poderosamente en la ópera moderna.
Fuente:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
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1952 – Nacimiento en San Diego (California, Estados Unidos) de la soprano CAROL VANESS. Comenzó su carrera profesional en 1979 uniéndose a la Ópera de Nueva York. Anteriormente había pasado algunos años cantando en el coro de la Primera Iglesia Presbiterana de Encino, California.
Su debut en el Metropolitan Opera llegó en 1984, y desde ese entonces ha cantado en los principales teatros y centros operísticos europeos, incluidos el Teatro alla Scala, la Ópera Nacional de París, la Ópera Estatal de Viena y el Royal Opera House, Covent Garden siendo solicitada por directores como Bernard Haitink, Charles Mackerras, Riccardo Muti, James Levine, Colin Davis, Kurt Masur y Donald Runnicles.
Si particularmente reconocida por su interpretación de los roles mozartianos, pero asimismo se ha desempeñado en un amplio rango de óperas, incluyendo Manon Lescaut en la Ópera de Seattle. Además, es una de las mejores Toscas de su generación, rol que ha encarnado al lado de los principales tenores del momento, entre ellos Luciano Pavarotti, Plácido Domingo, Richard Leech, Vincenzo La Scola, y Marcello Giordani.
Actualmente es Profesora Vocal de tiempo completo en la Universidad de Indiana, formando parte del programa «Commitment to Excellence» , al que pertenecen además Jaime Laredo, André Watts y Joshua Bell.
Fuente:
Wikipedia – La enciclopedia libre
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1965 – Nacimiento en Santander (España) del barítono MANUEL LANZA. Inició sus estudios musicales en su ciudad natal, luego se traslada a Madrid en 1988 e ingresa en La Escuela Superior de Canto, donde estudia técnica vocal con Isabel Penagos. Fue galardonado con los primeros premios en el Concurso Nacional de Logroño, Concurso Nacional ONCE y Concurso Internacional “Julian Gayarre” de Pamplona.
Debutó profesionalmente en 1990 en el Teatro de La Zarzuela con La del Manojo de Rosas. En 1992 debutó en el Rossini Opera Festival con La Scala di Seta, en 1993 debuta en el MET con La Bohème, en 1995 con Il Barbiere di Siviglia en La Staatsoper de Viena y en 1996 con Les Troyens en La Scala de Milán.
El repertorio de Manuel Lanza se extiende por los más diversos estilos, en óperas como Il Barbiere di Siviglia, Le Nozze di Figaro, Così fan Tutte, L’Elisir d’Amore, Lucia di Lammermoor, Linda di Chamounix, I Puritani, Faust, Manon, Falstaff, La Traviata, Don Carlo, I Pagliacci, Madama Butterfly, La Bohème, Fledermaus, La Vedova Allegra etc., representadas en los más importantes escenarios de Europa: Scala de Milán, Staatsoper de Viena, Liceo de Barcelona, Opera de La Bastilla de París, Teatro Real de Madrid, Opera de Roma, Zurich, Berlín, Munich, Florencia, Pesaro, Oviedo, Bilbao, Parma, Trieste… y también en América: Metropolitan de Nueva York, Lyric Opera de Chicago, Los Ángeles, Washington, México, Caracas, Miami, Pittsburgh, Baltimore, además de su participación con Falstaff, bajo la dirección de Zubin Mehta en Tokyo.
Dentro del repertorio de Zarzuela ha interpretado La del manojo de Rosas, La del Soto del Parral, La Rosa del Azafrán, La Revoltosa, La Verbena de La Paloma y La Leyenda del Beso.
Ha grabado las zarzuelas El Barberillo de Lavapiés, La Gran Via, El Bateo y la ópera española La Dolores de Tomás Bretón, disco premiado con el Grammy Latino al mejor álbum clásico.
En DVD podemos ver a Manuel Lanza como Figaro en Il Barbiere di Siviglia, en una producción de la Ópera de Zurich, como Ford en Falstaff con la compañía del Maggio Musicale Fiorentino y como Lescaut en Manon, producción del Gran Teatre del Liceu de Barcelona.
Esta temporada, interpretará La Bohème en la Temporada de Ópera de Oviedo, Madama Butterfly en Santander y Córdoba, La Vedova Allegra en Salerno y Roberto Devereux con la Opera de Las Palmas.
Fuente:
Website Pere Porta Concerts – http://www.pereportaconcerts.com/