26 de noviembre
|1718 – Estreno en el Teatro dei Fiorentini en Nápoles de la ópera cómica en tres actos IL TRIONFO DELL’ONORE de Alessandro Scarlatti (1660-1725), sobre libreto de F. A. Tullio.
Argumento: Ricardo, joven disoluto, y su compañero, el capitán Rodimarte Bombarda, llegan a casa del tío del primero, el comerciante Flaminio Castravacca. Leonor, enamorada de Ricardo, ha perdido el honor con él, y ha sido abandonada. Ahora llora y se desmaya en la calle. La socorren Cornelia, vieja propietaria, prometida de Flaminio, y la criada Rosina, a quien corteja insistentemente el anciano comerciante. Leonora recupera el sentido en casa de Cornelia y reconoce a Doralice, que amaba, correspondida, al hermano de la pobre infeliz, Herminio, pero que ahora también ama a Ricardo. Este pide dinero a su tío, que, sabiamente, pospone la cuestión. Entre tanto, el fiel Rodimarte hace la corte a Rosina. También llega, en fin, Herminio, que descubre así la traición de la amada. Y por último llega también Flaminio. Tras una serie de complicaciones durante un litigio entre el comerciante y Cornelia, irrumpen en escena, batiéndose, Ricardo y Herminio; este hiere al rival. ¡Esto es lo que hace falta para corregir al joven depravado! Ricardo se arrepiente y pide perdón. Todos se tranquilizan y triunfa el buen sentido. Ricardo se casa con Leonora; Flaminio, con Cornelia. Y también Doralice concede su mano a Herminio, y Rosina, a Rodimarte.
Fuente:
Bertelé, Antonio [et alt.] – ENCICLOPEDIA DEL ARTE LIRICO
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1963 – Fallecimiento en su rancho de La Jolla (California, EE. UU.) de la soprano AMELITA GALLI CURCI a los 81 años de edad. AMELITA GALLI-CURCI había nacido en Milán (Italia) el 18 de noviembre de 1882. Primeramente estudió piano con el maestro Appiani, diplomándose en el Conservatorio de Milán. Luego, por consejo de Mascagni, comenzó a estudiar canto con Carignani y Sara Dufes, pero fue fundamentalmente autodidacta. En diciembre de 1906 debutó en Trani con Rigoletto, pasando luego al Costanzi de Roma con Don Procopio de Bizet, en 1908; a Alejandría (Egipto), en la temporada 1908/09, y en varios teatros menores. Un gran éxito obtuvo en el Dal Verme de Milán en Rigoletto (1910), que la condujo al San Carlo de Nápoles ese año y el siguiente; y de ahí a otras salas importantes como el Real de Madrid, en 1913/15, el Davurin de San Petersburgo, en 1914, y el Liceo de Barcelona en 1914/15. En Chile canto en 1912. Su repertorio del momento incluía títulos como Romeo et Juliette, La Sonnambula, Dinorah, Lucia di Lammermoor, Il Barbiere di Siviglia, Rigoletto, I Puritani, Les Huguenots, y escasas incursiones en Der Rosenkavalier (Sophie) y Carmen (Micaela).
El 18 de noviembre de 1916 debutó triunfalmente en los Estados Unidos con Rigoletto, en el Auditorium de Chicago; y el 14 de noviembre de 1921 se presentó por primera vez en el Metropolitan con La Traviata, inaugurando la temporada junto a Gigli y De Luca. Durante tres temporadas perteneció simultáneamente a las dos compañías; a partir de 1924 se quedó solamente en el Met hasta la temporada 1929/30. Después de la Primera Guerra Mundial se presentó raramente fuera de los Estados Unidos, a pesar de haber tenido éxitos fulgurantes en Sudamérica en años anteriores, donde cantó por única vez con Caruso en un escenario (Teatro Colón de Buenos Aires, debut en 1910 y, en 1915, cantó Lucia de Lammermoor con el célebre tenor napolitano).
En 1924/25 realizó giras a Inglaterra, y se trasladó al Japón en 1929 y 1935, cuando esto constituía un hecho insólito para la época. A partir de 1930 cantó solamente en conciertos, salvo una última aparición en Chicago como Mimí en La Bohème en 1936, luego de una operación que terminó por arruinar completamente su carrera. Formaban también parte de su repertorio las óperas Linda de Chamounix, Crispino e la Comare, Un ballo in maschera (Oscar), Lakmé, Mignon (Philine), Hamlet, Manon de Massenet, Don Pasquale y Madama Butterfly.
En 1908 se había convertido en la marquesa de Simieri al casarse con Luigi Curci; adoptó su posteriormente célebre doble apellido. Luego de un divorcio se casó con Homer Samuels, su pianista y consejero musical.
En Estados Unidos fue considerada como la mejor soprano de agilidad oída después de la Tetrazzini, y su popularidad permaneció invariable aun cuando, en 1919, su voz comenzó a mostrar las primeras inseguridades de entonación en el registro agudo, defecto que se agravó alrededor de 1924 causado por su incipiente enfermedad. Sin embargo, en su mejor período, fue una cantante de verdadero rango. La extrema facilidad con que interpretaba los pasajes de agilidad fue algo más que un simple virtuosismo, por cuanto contribuía a poner el acento en la ternura y la suavidad de la expresión.
Encarnó a heroínas frágiles, en cuya debilidad el presagio de la locura o del mal sutil aparecía desde los primeros acentos. La artista también sobresalió por su refinada musicalidad y la absoluta precisión de los ornamentos.
Poseyó el timbre más interesante dentro de las sopranos ligeras del momento; era límpido, aterciopelado y corpóreo. Tenía algo de infantil, y esto caracterizó de forma muy especial todas sus interpretaciones. Por otra parte, fue poseedora de la más absoluta limpieza de coloratura: las escalas, trinos, arpegios, rubatos, «staccati» encontraron en ella a la más perfecta intérprete que se pueda imaginar. Nunca fue una cantante perfecta, en el sentido absoluto del término, porque en sus interpretaciones existía siempre cierta indiferencia y el modo de cantar todas las arias con un dejo de monotonía. Por otro lado, hacía las concesiones estilísticas tan típicas de su tiempo; por ejemplo, agregar agudos a las arias de Mozart, lo que hoy día se considera una falta grave.
Su afinación dejó siempre que desear, sobre todo en la zona aguda. Cuando emitía sus agudos más extremos -do sostendio, re, mi bemol y mi natural- la existencia del vibrato con tendencia calante hacía que estas notas estuvieran por debajo del diapasón normal. Con sus trinos sucedía algo parecido, ya que aparentemente tomaba la nota inferior para realizarlos. Estos no son casos frecuentes y algunas veces ha desconcertado a especialistas y público.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – 100 GRANDES CANTANTES DEL PASADO
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1984 – Fallecimiento en Lugano (Suiza) del bajo FERNANDO CORENA a los 67 años de edad. FERNANDO CORENA había nacido en Ginebra (Suiza) el 22 de diciembre de 1916. Estudió para obtener las órdenes sacerdotales en la Universidad de Friburgo, pero se decidió por el canto al vencer en un concurso de esa disciplina. Estudió en Ginebra entre 1937 y 1938 y luego fue aconsejado por el maestro Vittorio Guipara para que se entrenara con Enrico Romano en Milán. Los años de la guerra lo encontraron en su Suiza natal (y neutral) cantando en la radio del Teatro del Estado. Hizo su debut formal en Trieste (1947) como Varlaam en Boris Godunov y cantó poco después en Zurich. A partir de ese momento sus actuaciones en Italia se produjeron en todos los teatros de primera magnitud.
CORENA debutó en La Scala el 12 de mayo de 1949 con motivo del estreno mundial de Il Cordovano de Petrassi, en el papel de Cannizares. En marzo del año siguiente fue el caballero Astolfi en Il Campiello de Wolf-Ferrari y poco después Varbel en Lodoiska de Cherubini. Otro estreno absoluto lo esperó con L’ Allegra Brigata de Malipiero, en el rol de Simplicio, mientras que con posterioridad compartió algunas funciones de Don Pasquale con el gran Tancredi Pasero. Regresó a la principal sala milanesa en diciembre de 1951 como Uberto en La Serva Padrona, que formaba un doble programa con L’ Osteria Portoghese de Cherubini donde CORENA encarnaba a Rodrigo. En mayo de 1952 hubo nuevas funciones de Don Pasquale en desempeño dividido con Melchiorre Luise. En diciembre de 1953 fue Lejeune en Leonora 40-45 de Leberman y finalizó sus actuaciones en La Scala en mayo de 1954 como Bombasto en Arlecchino de Busoni. Por esos años llamó la atención del director Alberto Erede, quien luego de una exitosa audición lo integró a la compañía discográfica Decca.
Al igual que Baccaloni, nuestro bajo hizo varios papeles del repertorio corriente al inicio de su carrera: Sparafucile (Rigoletto), Escamillo (Carmen) y Scarpia (Tosca), pero al igual que su colega se dedicó después al género buffo con algunas excepciones que hicieron bastante mella en su prestigio. La voz, en ese terreno tan diferente, aparecía con toda su crudeza y falta de maleabilidad. El Covent Garden lo recibió como el Don Bartolo rossiniano en 1960 y Salzburgo le abrió sus puertas en 1965 con motivo de Die Entführung aus dem Serail producido por Strehler. Su origen suizo lo ayudó a ser un maestro en el manejo de varios idiomas. Como Baccaloni, CORENA muy pronto fue atraído por las luces del Metropolitan de Nueva York donde debutó como Leporello en Don Giovanni el 6 de febrero de 1954. Poco después cantó Don Bartolo (Barbiere di Siviglia), un papel que frecuentaría en esa sala más de cien veces en las próximas dos décadas. En la temporada 1954/55 fue Lescaut en Manon Lescaut en una extraña decisión de Rudolf Bing. También el Bartolo de Le Nozze di Figaro de Mozart y el Sagrestano de Tosca. Cuando se retiró del Met en 1978 había frecuentado ese último papel en noventa y dos ocasiones. En 1955/56 agregó a la lista el protagonista de Don Pasquale, Melitone en La forza del destino y Geronte en Manon Lescaut, éste último mucho más apropiado para él que el Lescaut. En 1957/58 cantó un celebrado Mathieu (Andrea Chénier) y el personaje principal de Gianni Schicchi (que después grabaría para Decca). En 1958/59 hubo una sola novedad: Benoit en La Bohème, y en la temporada siguiente apareció su festejado Dulcamara (L’ elisir d’ amore). En 1960/61 se hizo ver y escuchar en Varlaan (Boris Godunov). La próxima obra agregada a su vasto repertorio fue la del protagonista de Falstaff en marzo de 1964, un personaje que tampoco se adecuaba a las dotes vocales de Corena pero que insistió en encarnar con resultados muy controvertidos. Curiosamente, nunca había dado vida al Alcindoro de La Bohème y la omisión fue corregida en diciembre de 1969.
En la temporada siguiente, y ya entrado en la última etapa de su carrera, personificó al Bailli de Werther y en 1971/72 dividió sus esfuerzos entre el Don Alfonso de Così fan tutte y el Sulpice de La fille du Regiment, esta vez compartiendo el cartelón con una Joan Sutherland que hizo leyenda en el papel de Marie. La última novedad de CORENA para la sala de sus amores fue Mustafá en L’ Italiana in Algeri junto a la brillante Marilyn Horne. Cuando se retiró en 1978 había estado en ese escenario más de setecientas veces, retribuyendo con simpatía el amor que el público neoyorquino nunca le había escatimado.
Otros lugares de éxito fueron los Festivales de Edimburgo y Holanda, donde en 1963 interpretó el Falstaff verdiano. También se presentó en Cannes, Niza, Madrid, Viena y Buenos Aires (Teatro Colón 1958, 1962 y 1973).
En el ineludible campo del bajo buffo es necesario resaltar la presencia de este artista que cosechó aplausos en sus tiempos de triunfo para ser considerado en nuestros días como un exponente del bizarro enfoque belcantístico de antaño. Las condiciones actorales de colegas que buscaban en Bartolo, Dulcamara o Leporello una motivación para todo tipo de excesos que desnaturalizaban la condición intrínseca de los personajes. En lo que se refiere estrictamente al canto, CORENA poseyó una voz poco agradable y excesivamente abierta pero dotada de un buen volumen. Se inclinó casi constantemente por el quasi parlato y nunca pudo embellecer un timbre bastante crudo. A pesar de lo dicho es necesario aclarar que fue más controlado que Salvatore Baccaloni, a quien sucedió en el Metropolitan, y otros colegas contemporáneos como Melchiorre Luise. Por otra parte, esos enfoques eran considerados válidos en esos tiempos.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – CALLAS Y 99 CONTEMPORANEOS