25 de marzo
|1867 – Nacimiento en Parma (Italia) del director de orquesta ARTURO TOSCANINI. Perteneciente a la media burguesía con un pasado garibaldino, Arturo Toscanini estudió violonchelo y composición en el Conservatorio de Parma, donde se diplomó en 1885. A los 19 años de edad se marchó a Brasil como violonchelista para una temporada dedicada a la ópera italiana y tuvo que reemplazar en el podio al director de orquesta brasileño Miguez que abandonó la escena durante Aida de Verdi. Así empezó la extraordinaria carrera del Maestro, considerado el director más grande de todos los tiempos. De vuelta a Italia, dirigió, entre otros, el estreno de Pagliacci de Leoncavallo en el Teatro Dal Verme de Milán en 1892, y en 1895, tras su nombramiento como director artístico del Teatro Regio de Turín, estrenó La Bohème de Puccini, dirigió la primera representación italiana de El Ocaso de los Dioses de Wagner y el estreno de Tristán e Isolda en Turín.En 1898, a la edad de 31 años, se convirtió en director estable del teatro La Scala de Milán, el teatro lírico más importante, donde dirigió los estrenos en Italia de Sigfrido de Wagner, Eugenio Oneguin de Chaikovski, Salomé de Strauss, Pelléas et Melisande de Debussy y Tosca de Puccini. Fue el primer director de orquesta italiano en alcanzar fama mundial, dotado de una memoria prodigiosa y una voluntad de hierro, capaz de interpretar a la perfección la escritura musical y comunicar, con la sequedad del gesto y la esencialidad de la expresión, todos los matices de una partitura. Toscanini compaginó pasión y rigor intelectual, en el cuidado de los detalles, la capacidad de seguir y armonizar ritmo y tensiones musicales, con extrema fidelidad al texto y genialidad de intérprete.Bajo su dirección, los teatros líricos adquirieron un método para valorizar al máximo cada elemento de la representación -voces, coro, orquesta, vestuario, escenas, luces – y los músicos perfeccionaron su nivel de ejecución. En 1908 fue llamado para trabajar en el Metropolitan de Nueva York, donde dirigió, entre otros, el estreno de La Fanciulla del West de Puccini; desde entonces Estados Unidos se convirtió en su segunda patria. De vuelta a Italia en 1915, al final de la guerra reorganizó la orquesta del Teatro La Scala, con la que se marchó de gira a América. En 1928 fue nombrado director estable de la Filarmónica de Nueva York y se enfriaron sus relaciones con Italia: llamado en 1931 a dirigir un concierto en Bolonia en honor de G. Martucci, se negó a tocar los himnos oficiales y a la salida del teatro fue abofeteado por un grupo de fascistas. Dejó entonces definitivamente el país, se estableció en Estados Unidos y volvió a Italia sólo en 1946 para dirigir el concierto inaugural de La Scala después de su reconstrucción.Aunque en el último período de su carrera se acercó más al género sinfónico, la ópera siempre fue preferente para el Maestro, como acredita la grabación en vivo de Falstaff que Toscanini dirigió en Nueva York en 1950, a la edad de 83 años.
ARTURO TOSCANINI falleció en Nueva York (Estados Unidos) el 16 de enero de 1957, a los 89 años de edad.
Fuente:
Website Italica – Rai Internacional
http://www.italica.rai.it/
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1881 – Nacimiento en Nagyszentmiklós (entonces Hungría, actualmente Sânnicolau Mare, Rumanía) del compositor, pianista e investigador de música folclórica de Europa del Este BELA BARTOK.
Junto a su compatriota Zoltán Kodály, BELA BARTOK es el compositor más importante que ha dado la música húngara a lo largo de su historia y una de las figuras imprescindibles en las que se fundamenta la música contemporánea. Hijo de un maestro de la Escuela de Agricultura de Nagyszenmiklós, los siete primeros años de vida del futuro músico transcurrieron en esta pequeña localidad, hoy perteneciente a Rumania. Fallecido su padre en 1888, su infancia se desarrolló en las diversas poblaciones húngaras a las que su madre, institutriz, era destinada. Aunque los primeros pasos de BARTOK en el mundo de la música se decantaron hacia la interpretación pianística (en 1905 llegó a presentarse al prestigioso Concurso Rubinstein de piano, en el que fue superado por un joven Wilhelm Backhaus), pronto sus intereses se inclinaron decididamente por la composición musical. De trascendental importancia fue el descubrimiento del folclor húngaro que BARTOK, junto al mencionado Kodály, estudió de manera apasionada de pueblo en pueblo y de aldea en aldea, con ayuda de un rudimentario fonógrafo y papel pautado. Su influencia en su propia labor creadora sería determinante, hasta convertirse en la principal característica de su estilo y permitirle desvincularse de la profunda deuda con la tradición romántica anterior –en especial de la representada por autores como Liszt, Brahms y Richard Strauss– que se apreciaba en sus primeras composiciones, entre las que figura el poema sinfónico Kossuth. No sólo el folclor húngaro atrajo sus miras: también lo hicieron el eslovaco, el rumano, el turco o el árabe. Con todo, no hay que pensar por ello que en sus obras se limitara a citarlo o a recrearlo, antes al contrario: el folclor era sólo el punto de partida para una música absolutamente original, ajena a los grandes movimientos que dominaban la creación musical de la primera mitad del siglo XX, el neoclasicismo de Stravinski y el dodecafonismo de Schönberg, por más que en ocasiones utilizara algunos de sus recursos. Si bien en algunas composiciones se conserva total o parcialmente la melodía original (Cuarenta y cuatro dúos para dos violines), en otras, sobre todo en las más maduras, se asiste a la total absorción de los ritmos y las formas populares, de manera tal que, pese a no existir referencias directas, se advierte en todo momento su presencia.
Páginas como las de la única ópera escrita por el músico, El castillo de Barba Azul; los ballets El príncipe de madera y El mandarín maravilloso; el Concierto para piano n.º 1 y el Allegro bárbaro para piano contribuyeron a hacer de BARTOK un autor conocido dentro y fuera de las fronteras de su patria, a pesar del escándalo que suscitaron algunas de ellas por lo atrevido de su lenguaje armónico, rítmico y tímbrico. Profesor de piano en la Academia de Música de Budapest desde 1907 y director adjunto de esta misma institución desde 1919, en 1934 abandonó los cargos docentes para proseguir su investigación en el campo de la musicología popular, al mismo tiempo que, como pianista, ofrecía recitales de sus obras en toda Europa y continuaba su tarea creativa, con partituras tan importantes como Música para cuerdas, percusión y celesta y la Sonata para dos pianos y percusión. El estallido de la Segunda Guerra Mundial le obligó, como a tantos otros de sus colegas, a buscar refugio en Estados Unidos. Allí, a pesar de algunos encargos puntuales como la Sonata para violín solo o el Concierto para orquesta, BARTOK pasó por serias dificultades económicas, agravadas por su precario estado de salud. A su muerte, a causa de una leucemia, dejó inacabadas algunas composiciones, como el Concierto para piano nº 3 y el Concierto para viola, ambas culminadas por su discípulo Tibor Serly.
BELA BARTOK falleció en Nueva York (Estados Unidos) el 26 de septiembre de 1945.
Fuente:
http://www.biografica.info/
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1909 – Fallecimiento en Madrid (España) del compositor RUPERTO CHAPÍ Y LLORENTE. Había nacido en Villena (Alicante) el 27 de marzo de 1851. Se crió en un ambiente en el que la música se vivía con especial intensidad. En su infancia aprendió a tocar el flautín y algún otro instrumento, y a los nueve años entró a formar parte de una banda de su ciudad natal. Conscientes de sus grandes aptitudes, sus padres le permitieron que se trasladara a Madrid para perfeccionar sus estudios. En la capital estudió armonía y composición con Emilio Arrieta y, para subvencionar sus gastos ingresó como profesor de cornetín en la orquesta del Circo Price, en la que tocaba también otro futuro compositor: Tomás Bretón. En ese local estrenó su primera zarzuela: ABEL Y CAÍN, y en el Teatro Real la pieza lírica titulada LAS NAVES DE CORTÉS, con la que obtuvo una beca, que le permitió ampliar los estudios en París y en Roma. Durante su estancia en el extranjero estaba obligado, para cumplir los términos de su beca, a escribir una ópera, que tituló LA HIJA DE JEFTÉ y que se estrenó en el Teatro Real de Madrid en 1876. A su regreso a España, en 1878, emprendió una brillante carrera como compositor de zarzuela grande, con obras de gran categoría, como LA TEMPESTAD (1882), LA BRUJA (1887) y EL REY QUE RABIÓ (1891), EL TAMBOR DE GRANADEROS (1894) y LAS BRAVÍAS (1896), para alcanzar la cima con LA REVOLTOSA (1897), espléndida captación del ambiente popular madrileño. Otras zarzuelas de Ruperto Chapí fueron LAS HIJAS DEL ZEBEDEO (1889), EL MILAGRO DE LA VIRGEN (1889) y CURRO VARGAS (1898). En la última etapa de su vida, Chapí volvió al antiguo sueño de la creación de una “ópera española”, a la que quiso contribuir con títulos como MARGARITA LA TORNERA (1909).
Fuente:
Website La Zarzuela – http://lazarzuela.webcindario.com/
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1910 – Nacimiento en Saluzzo (cerca de Turín, Italia) de la soprano MAGDA OLIVERO. Inclinada desde niña hacia la música, realizó estudios de piano, armonía y contrapunto en el conservatorio de la capital piamontesa para luego decidirse por el canto. En esa disciplina tuvo como guía al maestro Gerussi en el ámbito de la EIAR (Radio Italiana, hoy RAI), que tenía allí uno de sus centros más importantes. En esa ciudad debutó en el Teatro Vittorio Emanuele con la Lauretta de Gianni Schicchi pucciniano (1933). A fines de ese año ya estaba en La Scala para pequeñas partes. En el primer quinquenio de actividad se paseó por todos los teatros italianos de primera categoría con los roles protagónicos de Lucia di Lammermoor, Mignon y Manon de Massenet, Adina en L’elisir d’amore, Amina en La Sonnambula, Gilda en Rigoletto y Clorinda en Il combate de Tancredo e Clorinda de Monteverdi. Desde un comienzo fue una artista que supo ganar el favor de todos los públicos. Alrededor de 1937 notó que su voz estaba especialmente dotada para el verismo y se orientó hacia esa literatura operística. Aparecieron entonces las protagonistas de Mefistofele de Boito, Resurrezione de Alfano y, sobre todo, la Adriana Lecouvreur de Cilea. Esta obra fue una constante carta de triunfo y le atrajo el favor del compositor, quien la consideraba una inmejorable protagonista. En este período actuó mucho en la Opera Real de Roma y en marzo de 1940 tuvo como Mauricio de Sajonia a Beniamino Gigli. El 23 de abril de 1938 apareció en La Scala como diva de primer nivel encarnando a la protagonista de Marcella de Giordano con Tito Schipa como Giorgio. En enero de 1939 compartió funciones de La Bohème con Mafalda Favero, en un elenco en el que también brillaron Giovanni Malipiero y Tancredi Pasero.
En 1941 Magda Olivero se casó con el hombre de negocios Aldo Busch, quien la persuadió de abandonar los escenarios a pesar de estar en la cúspide de su popularidad. Luego de una Adriana Lecouvreur se retiró por completo, con la consiguiente pena de sus múltiples seguidores. Durante la guerra cantó en hospitales, para los soldados heridos o los actos benéficos de la Cruz Roja. Terminado el conflicto, los teatros italianos intentaron infructuosamente recuperarla como cantante. En 1950, Francesco Cilea le rogó que regresara a las tablas para que pudiese oír una vez más su Adriana Lecouvreur y agregó que los artistas tienen un deber que no puede ser eludido. […] El 3 de febrero de 1951, una década después de su alejamiento de la escena, apareció de nuevo en público con Adriana Lecouvreur. Desafortunadamente, Cilea había muerto dos meses antes. La soprano obtuvo un delirante éxito y le fue difícil volver a la situación de retiro.
En 1952 logró un gran triunfo en la Arena de Verona con Mefistofele y volvió a hacer de la Opera de Roma su hogar de adopción. Allí estuvo muy activa desde 1955 con títulos como La fanciulla del West y Adriana Lecouvreur. También participó en el estreno local de Dialogues des Carmélites de Poulenc en el papel de la Madre María. Otras óperas que pasaron a formar parte de su repertorio fueron Iris, Madama Butterfly, Francesca da Rimini, La leggenda di Sakuntala, Mazeppa, Loreley, L’aiglon de Ibert y La voix humaine de Poulenc. También fue excelsa intérprete de Manon de Massenet y Manon Lescaut de Puccini. Olivero fue muy solicitada por los compositores para estrenar sus obras. Es así que en febrero de 1956 fue la primera intérprete de la Madre en el estreno mundial de La guerra de Renzo Rossellini, en Nápoles. En 1963 participó en la “prima” de La Celestina de Fabio Testi en el Maggio Musicale Fiorentino.
El regreso de Olivero a La Scala se produjo en enero de 1958 con una nueva Adriana Lecouvreur en funciones divididas con Clara Petrella y con Di Stefano, Simionato y Bastianini en el reparto. En mayo de 1959 afirmó su nueva etapa artística con Francesca da Rimini de Zandonai junto a Mario del Monaco y Giangiacomo Guelfi. En años siguientes, la soprano volvió a la principal sala milanesa para reeditar sus éxitos. El San Carlo de Nápoles inauguró su temporada 1959/60 con Adriana y reunió a Olivero con Simionato, Corelli y Bastianini.
Nuestra artista nunca pensó hacer una carrera internacional, pero no tardó en ser solicitada por diversos centros líricos de importancia, lo que modificó los planes de su actividad. La capital inglesa la conoció con La Bohème en el Stoll Theater. Suor Angelica la introdujo al público portugués en el San Carlos de Lisboa. En Río de Janeiro cantó Mefistofele, La fanciulla del West y Adriana Lecouvreur. Tosca le abrió las puertas de la Opera del Estado de Viena y en la Opéra de París tuvo ocasión de ofrecer la primera versión de Adriana Lecouvreur oída por el público francés.
Los norteamericanos la conocieron el 4 de noviembre de 1967 a través de una versión de Medea ofrecida por la Opera de Dallas. Era la primera vez que Olivero encaraba el difícil personaje de Cherubini (tan identificado con Callas) y el resultado recibió divididas opiniones. En mayo de 1968 repitió la producción de Medea en Kansas City y al año siguiente regresó a Dallas para brindar el rol protagónico de Fedora. También se presentó en Connecticut con Adriana Lecouvreur. El público neoyorquino la conoció recién en 1971, a través de una versión de La voix humaine y de un recital de arias. Finalmente, el 5 de abril de 1975 llegó al Metropolitan con Tosca y el hecho fue registrado como un acontecimiento de primer orden. Sus admiradores vinieron de todas partes del país y la función fue interrumpida por aplausos en varios momentos. Al final tuvo una de las ovaciones más largas que se recuerdan en la sala.
Las apariciones en su patria continuaron en 1976, cuando interpretó la Condesa de La dama de pique de Tchaikovsky en el Festival de Spoleto. En abril de 1977 estrenó para Italia el personaje de La visita de la anciana dama de Einem en el San Carlo de Nápoles. Ese año hizo una gira por los Estados Unidos para conmemorar los diez de su debut en ese país.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – CALLAS y 99 CONTEMPORÁNEOS
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1914 – Nacimiento en Attleboro (EE. UU.) del tenor ROBERT ROUNSEVILLE. Estudió con William Hermann. Debutó como Pelléas en Pelleas et Mélisande (Debussy) en 1948. Quizás sea mejor conocido por los amantes de la ópera por su papel de Hoffmann en la versión que para el cine filmaran Michael Powell y Emeric Pressburger de Los Cuentos de Hoffmann (1951), el primer film en color de una ópera en el que se utilizaron técnicas genuinamente cinematográficas (en oposición a las habituales representaciones filmadas). En ese mismo año fue el primer Tom Rakewell, en la premier mundial de la ópera The Rake’s Progress de Igor Stravinsky, representada en La Fenice de Venecia. Tuvo la fortuna de estar acompañado en esa ocasión por Elisabeth Schwarzkopf y Jennie Tourel.
Intervino hasta 1969 en varias comedias musicales y operetas realizadas en teatro, cine y televisión.
ROBERT ROUNSEVILLE falleció en Nueva York (Estados Unidos) el 6 de agosto de 1974.
Fuente:
Wikipedia – La enciclopedia libre
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1918 – Fallecimiento en París (Francia) del compositor CLAUDE DEBUSSY. Había nacido en Saint-Germain-en Laye (Francia) el 22 de agosto de 1862. En el Conservatorio de París ganó con su cantanta L’Enfant Prodigue el Gran Premio de Roma. Las composiciones que envió desde Roma, prescritas por el reglamento, no satisficieron al jurado ni tampoco a él mismo. Volvió de Italia antes de tiempo y se enfrascó en el estudio de Wagner y Mussorgski. Su espíritu totalmente francés se impuso a la influencia del primero y suavizó la del segundo. Muy pronto alcanzó un estilo propio: lo prueban el Preludio a la siesta de un fauno y los Nocturnos, pero sobre todo su obra principal, la ópera Pélleas et Mélisande.
Tímido por naturaleza, se retiró cada vez más a la soledad, no se dejó ver en ninguna celebración oficial, no recibió ninguna distinción. Raras veces dirigió sus propias obras, y más en el extranjero que en Francia. Vivió completamente entregado a la creación y con el temor constante de no poder desarrollar sus ideas. Para la escena creó, además de Pélleas et Mélisande, el misterio Le martyre de Saint Sébastien (sobre un texto de Gabriele D’Annuzio) y tres ballets: Jeux, La boîte à joujoux y Khamma.
Fuente:
Pahlen, Kurt – DICCIONARIO DE LA OPERA
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1928 – Nacimiento en Perugia (Italia) del barítono MARIO SERENI. Concurrió a la Accademia di Santa Cecilia en Roma y a la Accademia Chigiana en Siena donde fue alumno de Mario Basiola. Su carrera profesional comenzó en 1953 en el Maggio Musicale Fiorentino con Il diavolo nel campanile de Lualdi, y apenas cuatro años después hizo su debut en el Metropolitan Opera de Nueva York (9 de noviembre de 1957) como Gérard en Andrea Chénier.
Sereni se presentó regularmente en dicho teatro durante 27 temporadas, cantó los más importantes roles de barítono del repertorio verdiano en óperas tales como: Ernani, Luisa Miller, Il trovatore, La traviata, Un ballo in maschera, La forza del destino, Don Carlo, y Aida. También cantó roles veristas como: La Gioconda, Cavalleria rusticana, Manon Lescaut, La bohème, y Madama Butterfly, como también L’elisir d’amore y Lucia di Lammermoor del repertorio belcantista.
Fue invitado regular de los teatros líricos de Chicago, San Francisco y Dallas. También realizó una exitosa carrera internacional actuando frecuentemente en la Opera de Viena, La Scala de Milan, el Covent Garden de Londres y el Teatro Colón de Buenos Aires.
No obstante sus éxitos, Sereni siempre permaneció a la sombra de barítonos más carismáticos de su época, principalmente Leonard Warren, Robert Merrill, Ettore Bastianini, Rolando Panerai y Piero Cappuccilli, todavía algunas de sus grabaciones revelan a un cantante y músico de considerable distinción, con una atractiva voz, una técnica sólida y un fino sentido estilístico.
Sereni cantó el rol de Germont en dos famosas representaciones de La Traviata. La primera, con Maria Callas y Alfredo Kraus en 1958, conocida como “la Traviata de Lisboa». La segunda, de La Scala en 1964, con Anna Moffo y Renato Cioni, también conocida como “la Traviata de Karajan».
Fuente:
Wikipedia – La enciclopedia libre
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1944 – Nacimiento en Bratislava (República Eslovaca) de la soprano GABRIELA BEŇAČKOVÁ. Poseedora de una voz de soprano lírica de gran flexibilidad y caudal integra un distinguido grupo de cantantes compatriotas entre los que se destacan las sopranos Lucia Popp, Edita Gruberova y el tenor Peter Dvorsky.
Considerada una de las supremas intérpretes del repertorio lírico centro-europeo, se ha destacado también en repertorio italiano y alemán.
Debutó en 1970 en la ópera de Prokofiev Guerra y Paz. Actuó en la Ópera de París, el Metropolitan Opera de New York en 1991, la Ópera de San Francisco, el Covent Garden de Londres en 1979, el Teatro Colón de Buenos Aires en 1976, la Ópera del Estado de Viena y otras importantísimas casas líricas asi como en el Teatro Nacional de Praga donde cantó para su reapertura la ópera nacional Libuse de Smetana.
En Carnegie Hall de New York protagonizó una famosa versión de concierto de Jenufa junto a Leonie Rysanek, registrada en CD.
Sus mas famosos personajes han sido Jenufa y Katia Kabanova de Leos Janacek, Rusalka de Dvorak, La novia vendida de Smetana, Tatiana de Eugene Onegin de Chaicovsky.
Se ha destacado como Margarita en Fausto de Gounod y Mefistofele de Boito junto a Samuel Ramey, Maddalena en Andrea Chenier de Giordano junto a Plácido Domingo, Desdemona de Otello (Verdi), Leonora de Fidelio (Beethoven), Elisabeth de Tannhäuser (Wagner) y obras sacras y sinfónicas como la Novena Sinfonía de Beethoven, el Réquiem de Verdi, la Segunda y Octava Sinfonía de Mahler y el Stabat Mater y Réquiem de Dvorak.
Su voz fue usada en el largometraje La divina Emma que narró la vida de la célebre soprano checa Emmy Destinn(1878-1930) y en la película Driving Miss Daisy cantando el aria a la luna de la ópera Rusalka.
Retirada del canto en 2007 ha sido nombrada directora de la Ópera de Bratislava, capital de Eslovaquia.
Fuente:
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1976 – Fallecimiento en Verona (Italia) de la soprano MARIA ZAMBONI. Había nacido en Peschiera del Garda (Italia) el 25 de julio de 1895. Estudió en el Conservatorio de Música Arrigo Boito en Parma bajo la guía de M. Silva. Debutó profesionalmente en 1921, en el Teatro Comunale de Piacenza, como Marguerite en Faust de Gounod. En los años siguientes se presentó en los principales teatros de Italia, incluyendo el Teatro Regio de Turín, el Teatro Regio de Parma, y el Teatro Comunale de Bolonia entre otros. Sus roles incluyeron Violetta en La traviata y Desdemona en Otello de Verdi; Ännchen en Der Freischütz de Weber; el rol titular de Manon de Massenet, y el rol titular de Tosca de Puccini, entre otros.
Zamboni estuvo particularmente asociada con el Teatro Costanzi de Roma y La Scala de Milán. Cantó regularmente en el Teatro Costanzi desde 1922-26 y 1929-30; creó el rol de Maria en la premiere mundial de Lo straniero de Pizzetti. En 1924 se unió al elenco de La Scala donde cantó numerosos roles hasta 1931. Su primer rol con la compañía fue Mimi en La bohème. En 1926, cantó el rol de Liu en la versión original de 1926 de Turandot de Puccini bajo la dirección de Arturo Toscanini. Otros roles en La Scala incluyeron: Euridice en Orfeo ed Euridice de Gluck; Elsa en Lohengrin y Eva en Die Meistersinger von Nürnberg de Wagner; el rol titular de Manon Lescaut de Puccini, y Donna Elvira de Don Giovanni de Mozart.
Zamboni también desarrolló una exitosa carrera internacional. Realizó giras por Sudamérica durante la década de 1920 presentándose en Rio de Janeiro, Montevideo, São Paulo y Santiago (Chile). Se convirtió en una artista muy popular en el Teatro Colón de Buenos Aires donde cantó en el trienio 1924-1926. En Europa tuvo considerable éxito en Holanda, cantando numerosas óperas italianas durante la década de 1930.
En 1936 Zamboni se retiró de la escena después de cantar Liu en Turandot y el rol titular de Morenita de Mario Persico en el Teatro San Carlo. Su última actuación fue como Eva, en 1936, en una transmisión radial de Die Meistersinger von Nürnberg de Wagner. Posteriormente, Zamboni se dedicó a la enseñanza en Milán durante más de 20 años.
Fuente:
Wikipedia – La enciclopedia libre