12 de abril
|1782 – Fallecimiento en Viena (Austria) del poeta y libretista PIETRO METASTASIO. Había nacido en Roma (Italia) el 3 de enero de 1698. Su padre, Felice Trapassi, originario de Asís, formaba parte de un regimiento militar del Papado. Su madre era una boloñesa, Francesca Galasti; se establecieron en Roma por su propia cuenta y tuvieron dos hijos y dos hijas. Pietro improvisaba versos y cantaba ya de niño. En una de esas improvisaciones en 1709 fue descubierto por el árcade Gian Vincenzo Gravina, quien lo adoptó y le proporcionó una educación esmerada, y por el crítico Lorenzini. Lo primero que hizo fue helenizar su apellido Trapassi en Metastasio; quiso hacer de su hijo adoptivo un jurista como él, para lo que aprendió bien el latín, pero también le llevaba a improvisar sobre un tema dado hasta ochenta estrofas de una sentada, lo que deterioraba su salud; pero un viaje de Gravina a Nápoles y a Calabria en que le llevó cambió esa situación, sobre todo porque confió su educación a Gregorio Caroprese. A los doce años tradujo la Iliada; dos años más tarde compuso una tragedia senequista Giustino, impresa en 1713 por Gravina, pero de la que habría de renegar en el futuro. Caroprese murió en 1714, haciendo de Gravina su heredero; el mismo Gravina murió en 1718 y Metastasio heredó de su fortuna 15.000 escudos de oro, lo que le dio cierta independencia económica. Tenía las órdenes menores, pero su belleza y su juventud le hicieron un buen partido y al cabo de dos áños había dilapidado esos bienes y aumentado su fama. Pasó a Nápoles al bufete de Castagnola para trabajar como jurista.
En 1721 empieza su carrera musical con el epitalamio Endimión, con ocasión de la boda de su protectora, la princesa Pinelli di Sangro, con el marqués Belmonte Pignatelli. En 1722 compuso para el virrey de Nápoles una solemne serenata para festejar el aniversario de la emperatriz, con la condición de que el autor permaneciera anónimo. Escribió Gli orti esperidi («Los jardines de las Hespérides»), musicado por Nicola Porpora, y cantado por el alumno de este último, el castrato Farinelli, quien hacía por entonces su brillante debut. Hacía el papel de diosa Venus la prima donna Marianna Bulgarelli, conocida como «La Romanina». El éxito fue considerable. La poco discreta Romanina divulgó el bien guardado secreto y se supo quien era el autor de la letra. Es más, la romanina persuadió a Metastasio de que abandonara la carrera jurídica y se volcase en la carrera literaria como letrista de dramas líricos. Instalado en su propia casa, fue conociendo a los mayores compositores de su tiempo: Porpora, quien le dio una formación musical, Johann Adolf Hasse, Pergolesi, Alessandro Scarlatti, Leonardo Vinci, Leonardo Leo, Francesco Durante y Benedetto Marcello y no paró de escribir sus encargos. En ese mismo cenáculo aprendió el arte del bel canto y se familiarizó con el estilo de intérpretes como Farinelli. Extraordinariamente dotado para la composición y de una verdadera sensibilidad poética, no tuvo dificultad alguna en engendrar obras de gran mérito literario genuino que llegaron a ser obras maestras de la música cantada en una escuela vocal sin equivalente ni precedentes. Su mérito no se desvela en la mera lectura de sus obras: las intrigas son convencionales, algunas situaciones son absurdas, se toma libertades con la verdad histórica de algunos personajes y existe una repetitividad a veces molesta del tema del amor en todos sus desarrollos, pero todo se explica por las necesidades de la musicalización.
En sus libretos de ópera se encuentra la mejor expresión de la corriente árcadica, que predominó en la lírica neoclásica italiana. Estos libretos fueron musicados por compositores como Vivaldi, Haendel, Gluck, Meyerbeer, Traetta o Mozart.
Metastasio vivía en Roma en casa de la Romanina y su marido. La cantante lo adoptó de forma aún más apasionada que Gravina, investida de un afecto semimaternal, semiamoroso, y por una verdadera admiración de artista por unos talentos tan excepcionales. Es más, acogió con ella a toda la familia Trapassi -padre, madre, hermano y hermanas. Permitía todos los caprichos del genio. Bajo su influjo benéfico, compuso poco a poco Didone abbandonata, Catone in Utica, Ezio, Alessandro nell’ Indie, Semiramide riconosciuta, Siroe et Artaserse. Dramas líricos puesto en música por los principales compositores y estrenados por toda Italia. Pero la Romanina llegaba a la edad de no cantar en público y el poeta se sentía cada vez más asfixiado y dependiente. Cobraba 300 escudos por cada uno de sus libretos de ópera, cantidad apreciable pero escasa e irregular para sus necesidades y necesitaba buscar un sueldo fijo, así que en septiembre de 1729 recibió la oferta de sustituir a Apostolo Zeno, quien volvió a Venecia, y ser poeta oficial del teatro de Viena con 3000 florines de emolumentos. Aceptó al momento y, de manera muy desinteresada, la Romanina le dejó partir, cargando además todavía con su familia en Roma. Es que ella también deseaba marchar a Viena.
Al comienzo del verano de 1730 se instaló en Viena en la residencia de un español de Nápoles, Nicolás Martínez, con el que continuó hasta su muerte. Entre 1730 y 1740 escribió sus más bellos dramas líricos: Adriano, Demetrio, Issipile, Demofoonte, Olimpiade, Clemenza di Tito, Achille in Sciro, Temistocle y Attilio Regolo. algunas de ellas se escribieron en intervalos increíblemente cortos: Achille en dieciocho días, Ipermestra en nueve solamente. Todo el mundo, poeta, compositor, copistas, cantantes, escenógrafos, trabajaban de forma frenética. Y Metastasio dirigía todo hasta en los menores detalles.
En Viena no llevó una vida social muy brillante por sus modestos orígenes; pero le alivió la compañía de la Condesa Althann, pariente de su antigua protectora, la Princesa Belmonte Pignatelli. Era viuda y había sido durante un tiempo favorita del emperador. Su relación con Metastasio fue tan íntima que incluso se piensa que tal vez se casaron en secreto.
La Romanina quería entre tanto obtener para ella un contrato en el tratro de la Corte Imperial. Por eso él la odiaba y desechaba sus demandas, e intentó disuadirla de que le fuera a ver. El tono de las cartas que le enviaba él le inspiró decepción y cólera. Se preparaba para abandonar Roma cuando murió en ignoradas circunstancias. Ella había hecho de él el heredero de su fortuna personal cuando su marido falleciera. Metastasio, transido de dolor y remordimientos, renunció a esa herencia. Este acto desinteresado perjudicaba a su familia que estaba en Roma. Y a consecuencia de ello, su hermano Leopoldo Trapassi, sus padres y sus hermanas fueron echados de su casa y tuvieron que sostenerse por ellos mismos.
Desde 1745 ya no escribía apenas y su salud se resentía, aunque sus escasas obras de este periodo son las mejores y más populares de su repertorio: la cancioncilla Ecco quel fiero istante que dedicó a su amigo Farinelli. En 1755 murió la Condesa Althann y ya no se relacionaba más que con los habituales visitantes del burqués Martínez con quien se hospedaba. Entró en una cierta senilidad aunque llegó a vivir hasta 1782. Legó toda su fortuna (alrededor de 130.000 florines) a los cinco hijos de su amigo Martínez. Había sobrevivido a todos los miembros de su propia familia.
Durante los cuarenta años que duró su carrera original y creativa, su renombre no paró de crecer de una forma verdaderamente formidable, casi increíble. En su biblioteca se contaban no menos de cuarenta ediciones distintas de sus Obras completas. Fueron traducidas a numerosas lenguas: francés, inglés, alemán, español e incluso griego moderno. Fueron musicadas y remusicadas continuamente por todos los compositores de alguna notoriedad, y cada ópera reponía sus obras continuamente. Los cantantes más famosos estrenaron sus composiciones en cada capital de Europa. No había sociedad académica que se preciara que no considerara un honor tenerle entre sus miembros. Todos los visitantes extranjeros importantes que pasaban por Viena querían visitar al viejo poeta en su casa del Mercado del Carbón (Kohlmarkt Gasse).
Pero su estilo convenía a una cierta música, la de los virtuosos de la vocalización, los sopranos dramáticos. Las evoluciones que afectaron al drama musical con la llegada de Gluck y Mozart, el desarrollo de la orquestación y la moda del estilo germánico que se expandía rápidamente necesitaban libretos de una factura distinta. Las obras de Metastasio cayeron en un olvido que ciertamente no merecían, como no lo merecía la música que las acompañaba. Farinelli, considerado por él como un alter ego, personificaba de alguna manera su poesía y con la desaparición de los castrati la música apropiada a Metastasio se desvaneció. Los dos hombres estaban verdaderamente ligados por su instinto y sus talentos complementarios.
Fuente:
Wikipedia – La enciclopedia libre
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1826 – Estreno en el Covent Garden de Londres de la ópera en tres actos «OBERON» de Carl Maria von Weber (1786-1826), sobre libreto de James Robertson Planché, inspirado en “El sueño de una noche de verano”, de William Shakespeare, y en el poema “Oberon” de Christoph Martin Wieland (1733-1813).
Intérpretes de la premiére: M. A. Paton, L. E. Vestris, J. Braham, Ch. Bland, H. Cawse, dirigidos por Weber.
Fuente:
Bertelé, Antonio [et alt.] – ENCICLOPEDIA DEL ARTE LIRICO
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1898 – Nacimiento en Cannes (Francia) de la soprano LILY PONS. Se llamaba Alice Josephine Pons. Estudió piano en el Conservatorio de París, y posteriormente educó su voz con Alberto de Gorostiaga, que había sido valet del tenor Florencio Constantino. Debutó en Mulhouse con «Lakmé», en 1928. Luego siguieron giras por provinicas de Francia, durante una de las cuales Giovanni Zenatello y su esposa María Gay tuvieron ocasión de escucharla; inmediatamente la recomendaron a Giulio Gatti-Casazza, quien le dio una audición, y la aprobó como artista del Metropolitan, no si reticencias. Su debut en el Metropolitan se produjo el 3 de enero de 1931 como protagonista de «Lucia di Lammermoor», junto al Edgardo de Gigli, con quien cantaría después «La Sonnambula». Luego siguieron Gilda, en «Rigoletto»; Rosina, en «Il Barbiere di Siviglia»; Olympia en «Les Contes de’Hoffmann»; Philine en «Mignon»; la protagonista de «Lakme» y «Linda di Chamounix; la reina Chemakham en «Le Coq d’Or»; y Marie en «La Fille du Regiment». Sin embargo, fue Lucia su personaje talismán; lo cantó en la sala neoyorquina más de cien veces. En 1931 debutó también en el Teatro Colón de Buenos Aires como Lucía. Interpretó después «Il Barbiere di Siviglia», «Lakmé» y «Rigoletto»; volvió en 1932, 1934 y 1938. Sin embargo, su hogar artístico fue siempre el Met -casi trescientas funciones en veintiocho años-. Fueron muy escasas sus presentaciones fuera de allí. Entre ellas se pueden citar la Rosina que cantó en el Covent Garden, y la muy criticada Violetta que abordó en San Francisco en 1951 y 1952. Se retiró de la escena en 1959. Muchos años antes había adquirido la nacionalidad americana. Fue esposa del director de orquesta André Kostelanetz.
LILY PONS falleció el 13 de febrero de 1976, en la ciudad de Dallas (EE.UU.)
Una voz cristalina y extendida hacia el agudo, sumada a una grácil figura y simpatía personal, constituyen los pilares del formidable éxito de Lily Pons. Una desbordada publicidad contribuyó a hacer de ella casi un monstruo sagrado del canto; tanto fue así que en la década del ’40 se la llegó a considerar como la mejor cantante del mundo. Tenemos a nuestra disposición la discografía completa de la cantante, con grabaciones para las compañías Odeón, Víctor, His Mater’s Voice y Columbia. Consideramos que las realizadas para las dos primeras, hasta 1931, son las más satisfactorias y justifican el crédito que se le dio en el Met. Posteriormente la voz se volvió vidriosa y quebradiza; la técnica, audaz, pero desprolija al extremo; al afinación, en general, precaria. Es sorprendente que siendo una soprano ligera, lo más destacable de su canto son los adagios, realizados con timbre parejo y con ese dejo casi imperceptible de nasalidad del idioma francés. A ellos seguían un despliegue de pirotecnia vocal, casi siempre ilógica y en general fuera de estilo. A partir de 1940 se hace difícil distinguir si la cantante ejecuta un trino o es una nota común a causa de un vibrato excesivo. En el plano interpretativo no se la puede juzgar más severamente que a sus colegas de la época, ya que lo que importaba era el acrobatismo vocal. Pensamos que puede haber sido una excelente Lakmé, Olympia o la reina Chemakahn; también oímos un «Rigoletto» grabado privadamente en 1939, donde junto a los consabidos excesos se aprecia una sensibilidad acorde con el carácter de Gilda. Su Lucia di Lammermoor está completamente pasada de moda, y la grabación que hiciera al final de su carrera no la favorece en absoluto.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – 100 GRANDES CANTANTES DEL PASADO
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1930 – Estreno en la ópera de Brno (República Checa) de la ópera en tres actos «EN LA CASA DE LOS MUERTOS» de Leos Janacek sobre libreto del compositor basado en la novela de Fedor Dostoievsky. Intérpretes de la premiére: Olsovský, Pelc, Fischer, Sima, dirigidos por Bakala.
Fuente:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
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1933 – Nacimiento en Barcelona (España) de la soprano MONTSERRAT CABALLÉ. Luego de estudiar en el Liceo Barcelonés con Eugenia Kemeny, Conchita Badía y Napoleone Annovazzi, debuta en «La serva padrona» en Reus, cerca de Barcelona. Cantó en Basilea (Suiza) 1956-58 y en Bremen, luego en Viena (Salomé y Donna Elvira, 1958), en La Scala (una de las muchachas flores en Parsifal, 1960), y en la Ciudad de México (Manón de Massenet, 1962). Su fama internacional se inicia con su aparición en Lucrezia Borgia -en forma de concierto- en el Carnegie Hall de Nueva York (abril de 1965). El siguiente verano se presentó en Glyndebourne cantando Marschallin (Der Rosenkavalier) y la Contessa (Le Nozze di Figaro). Hizo su debut en el Metropolitan con Margherita de «Faust» (diciembre 1965). Retornó frecuentemente al Metropolitan para cantar: Leonora (Il Trovatore); Desdemona; Violetta; Luisa Miller; Liú; Amelia (Ballo); Elisabeth de Valois; Norma; Helene (Vepres Siciliennes); Mimí; Aida,; Ariadne; Adriana Lecouvreur y Tosca. Debutó en la Opera de Chicago (1970) y en el Covent Garden (1972) cantando el rol de Violetta. Caballé se ha presentado en los principales teatros y ha realizado conciertos con un inusual repertorio: «Agnes von Hohenstaufen» de Spontini; «Il Pirata» de Bellini; «Roberto Devereux» y «Gemma di Vergy» de Donizetti. Ha cantado roles wagnerianos en concierto y ocasionalmente en escena (Elisabeth, Ciudad de México, 1965).Caballé actuó en dos temporadas del Teatro Colón de Buenos Aires: Debutó como Liú (1965) junto a Birgit Nilsson en «Turandot» y al año siguiente cantó «Manon Lescaut» junto a Richard Tucker. Caballé ha abordado un repertorio muy vasto que comprende óperas, a nuestro entender, le son por completo ajenas. Ella reina de modo absoluto en Bellini y Donizetti y no todo Verdi, por ejemplo, le es igualmente congenial. Realmente, no se sabe qué admirar más en Montserrat Caballé, si la deslumbrante belleza de su voz, o su condición de suprema belcantista, entendiendo por bel canto -parece innecesario decirlo- no una expresión de superficial virtuosismo, como fue considerado en un período de su cambiante historia, sino la íntima y equilibrada fusión en la expresión vocal, de la palabra, la música y el sentimiento y las emociones del cantante. Cuando el virtuosismo está al servicio del esa conjunción y no del mero lucimiento de posibilidades vocales y técnicas, entonces, adquiere, como en el caso de Caballé, un sentido musical y un valor estético del que carece cuando solamente tiene un valor canoro. La media voz, las filature y smorzandi de esta cantante, son de admirable belleza y poder de seducción. Su caudal emocional es, no por inteligentemente controlado, menos rico e insinuante. Así es, a nuestro modo de ver, Montserrat Caballé en cuya prodigiosa garganta hasta la música menos elevada se ennoblece.
Fuentes:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
Valenti Ferro, Enzo – LAS VOCES – TEATRO COLON – 1908-1982
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1938 – Fallecimiento en París (Francia) del bajo FEDOR CHALIAPIN. Había nacido en Ometovo (cerca de Kazán, Rusia) el 13 de febrero de 1873. Hijo de un campesino que pronto se trasladó a Kazán, tuvo una instrucción rudimentaria. De niño trabajó como aprendiz de zapatero y carpintero; luego fue ayudante en una casa de empeño. Su infancia fue muy similar a la de Gorki, en un ambiente de miseria acentuado por el alcoholismo del padre. Su primer interés por el teatro se despertó a los ocho años, y frecuentó el barracón del saltimbanqui Jakov Mamonov. Su voz se reveló, sin embargo, en el coro de la iglesia local.
A los quince años apareció en una ejecución de La Africana; después participó en compañías de teatro. A los diecisiete, luego de haber dejado un último empleo como estibador entre los boteros del Volga, fue contratado en Ufa para la compañía viajera del empresario Semioniov-Samarsky, si bien sus conocimientos musicales se reducían a algunas lecciones de violín tomadas en la escuela. En esta compañía cantó Il Trovatore, Halka, de Moniuszko, y actuó en El revisor de Gogol.
Posteriormente, se presentó en varias compañías menores, hasta que en el verano de 1892 se empleó en las oficinas del Ferrocarril Transcaucásico, en Tiflis, donde un maestro de canto, el ex tenor Dimitri A Usatov, dio finalmente una base a su técnica vocal, además de hacerle conocer la música de Mussorgsky. Pocos meses después, Chaliapin, contratado en la Opera local, pudo afrontar la parte del molinero en Rusalka, de Dargomisky, la de Mefistófeles en Faust y la de Tonio en Pagliacci. Alternó así el repertorio de bajo con el de barítono.
Esas experiencias le sirvieron como pasaporte, en 1894, para la compañía de ópera del empresario Lentovisky, que se exhibía en el Teatro Arkadia de San Petersburgo, donde su joven voz y su creciente personalidad resaltaron en personajes convencionales como el Bertram de Robert le diable, de Meyerbeer, y atrajeron la atención de los expertos. Sin embargo, en el sucesivo pasaje –abril de 1895-, al Teatro Marinski disponía de una docena de bajos afianzados, encontró serias dificultades.
No tuvo éxito con Robinson en Il matrimonio segreto, y como protagonista de Ruslán y Ludmila. En la primavera de 1896, a causa de una disputa con la dirección, dejó ese teatro. Los dos años en la capital fueron, sin embargo, importantes porque en ese momento Chaliapin pudo estudiar actuación con el actor Dalsky, el cual lo impresionó fuertemente, sobre todo en la interpretación de Shakespeare, Schiller y Ostrovsky, y le enseñó el valor del gesto, del ritmo y de las pausas.
En el verano de 1896, Chaliapin cantó en la Opera de Nijni-Novgorod, y conoció allí al mecenas Savva I. Mamontov. Este lo llevó a Moscú para su ópera privada que estaba organizando en contraposición a la rutina del teatro Bolshoi. Esta compañía, que desde entonces dio espectáculos también en San Petersburgo, fue el terreno en el cual Chaliapin inició sus triunfos.
Después de su debut, el 12 de noviembre de 1896, en La vida por el zar, se presentó en una revolucionaria interpretación de Giuditta, de Serov, y también en La muchacha de Pskov, Jovánschina (papel de Dositeo, 1898), Boris Godunov (1899) y Mozart y Salieri.
Durante los dos años de su permanencia en la compañía tuvo útiles contactos con Rimsky-Korsakov, Rachmaninov –que le enseñó los principios de la armonía-, y con los pintores que rodeaban al mecenas. Entonces su arte escénico se enriqueció con inspiraciones derivadas de la pintura, lo que demuestra cómo muchos pintores disfrutaban haciéndole retratos.
Habiendo pasado en 1899 al Bolshoi, se convirtió pronto en el mayor exponente de los Teatros Imperiales. Entonces ligó su nombre a la reposición de Boris Godunov, en el Teatro Marinski cuando en 1904 fue exhumada la obra maestra de Mussorgsky en la versión de Rimsky-Korsakov, luego de muchos años de olvido.
Su fama comenzó a traspasar la frontera. Cantó por primera vez fuera de Rusia, el 16 de marzo de 1901 en Alla Scala, junto a Caruso y Emma Carelli –bajo la dirección de Toscanini- en Mefistofele.
Su debut en el Metropolitan se produjo el 10 de noviembre de 1907 con la misma ópera. En esa sala interpretaría también el Don Basilio de Il barbiere di Siviglia; Mefistófeles, en Faust; Leporello, en Don Giovanni; protagonista de Boris Godunov y Don Quijote (de Massenet); Filippo II, en Don Carlo, totalizando más de cien representaciones.
Pero su aparición más clamorosa fue la de París en 1908, con Boris, en el Teatro Sarah Bernhardt, con la compañía organizada por Diaghilev. Este resonante hecho lo colocó en el firmamento de los grandes cantantes internacionales, en un nivel no inferior al de Caruso.
Importancia histórica tuvo también su interpretación de Jovánschina en su primera ejecución en un gran teatro (Marinski, 1911, luego París en 1913); y también las temporadas en el Drury Lane de Londres en 1913 y 1914 organizadas y dirigidas por Thomas Beecham.
Durante casi treinta años Chaliapin pasó triunfalmente por los mayores teatros del mundo. Permaneció establemente y por muchas temporadas en los elencos del Metropolitan y de la Opera de París. Si bien abandonó Rusia en 1921 no quiso jamás ser considerado como emigrado político.
En Italia apareció por última vez en Nápoles (1935), y se despidió de la escena en Montecarlo, con Boris, en 1937. De una importancia no inferior a la de sus interpretaciones teatrales, fue su única incursión en el cine como protagonista de Don Quijote de Pabst, con música de Ibert, en 1933.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – 100 GRANDES CANTANTES DEL PASADO
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1943 – Fallecimiento en Brescia (Italia) del tenor EDOARDO GARBIN. Había nacido en Padua (Italia) el 12 de marzo de 1865. Estudió con Selva y Orefice, en Milán; debutó como Alvaro (La forza del destino) en Vicenza, en 1891. Cantó en Nápoles, Génova y Milán (tanto en el Dal Verme como en La Scala) donde creó el rol de Fenton en Falstaff, en 1893. Creó el rol de Milio en Zazà de Leoncavallo (1900) y el rol titular de Giovanni Gallurese de Montemezzi (1905). Estuvo casado con la soprano Adelina Stehle.
Fuente:
Hamiltan, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
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1970 – Fallecimiento en Falun (Dalecarlia, Suecia) de la mezzosoprano KERSTIN THORBORG. Había nacido en Venjan (Suecia) el 19 de mayo de 1896. Estudió en el Conservatorio Real de Estocolmo; debutó en la Opera Real en 1923 abordando pequeños roles. Cantó en Suecia hasta 1930, en roles tales como Ortrud, Amneris y Geneviève (Pelléas et Mélisande), luego aceptó compromisos artísticos en Nuremberg (1930-32), Berlín (Opera Estatal, 1932-35), y Viena (Opera del Estado, 1935-38). En Salzburgo, 1935-37, cantó Brangäne, Orfeo, Mercedes (Der Corregidor de Wolf), y Eglantine (Euryanthe de Weber); sus roles en el Covent Garden (1936-39) incluyeron Klytemnästra (Elektra de Strauss) como también roles wagnerianos. Debutó en el Metropolitan Opera de Nueva York como Fricka (Die Walküre), en diciembre de 1936; en 13 temporadas, cantó 243 funciones de 19 roles, incluyendo Brangäne, Erda (Siegfried), Venus, Oktavian, Orfeo, Ortrud, Waltraute, Marina, Ulrica, Amneris, Kundry, Azucena, y Herodias (Salomé). También cantó en Buenos Aires (1933), San Francisco (1938, 1943), y Chicago (1942-45). Admirada por su vital presencia escénica y voz heroica, Thorborg fue en el Metropolitan la mezzosoprano equivalente a Flagstad y Melchior.
Fuente:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA