11 de diciembre
|1803 – Nacimiento en La Côte-Saint André (Isére, Francia) del compositor HECTOR BERLIOZ. Aunque en vida fue muy combatido, las generaciones posteriores le asignaron un papel central en la historia de la música del romanticismo. Enfant terrible de la música francesa, fantástico (no sólo por el título de su obra orquestal más importante, la Sinfonía Fantástica), profético en las innovaciones revolucionarias del arte orquestal así como en la utilización de «motivos evocadores», que denominaba idées fixes y que habría de culminar en los Leitmotive de Wagner; genial en sus realizaciones, desequilibrado (incluso insensato) en sus acciones. En su agitada vida, que transcurrió generalmente en medio de circunstancias agobiantes, la distancia entre lo sublime y lo ridículo era muy corta casi siempre. Durante sus 66 años de vida, en los que hubo más fracasos que éxitos, nunca pasó de posiciones subalternas; de ninguna de sus óperas puede decirse que se representara una sola vez con buenos resultados. A pesar de todo, conservó la pasión por el teatro musical. Sería erróneo descartar su producción operística por el hecho de que en siglo y medio no haya podido conquistar un lugar en los escenarios de su patria ni del mundo. Siempre vuelve a aparecer, es apreciada por los aficionados a la buena música, pocas veces se pone a disposición de círculos más amplios por medio de representaciones bien concebidas. Hay que tener en cuenta tres obras suyas: Benvenuto Cellini (1837), para la que Berlioz compuso más tarde la brillante obertura El carnaval romano; la ópera en dos partes Les troyens (1858) y la comedia musical Béatrice et Bénédict (1862). BERLIOZ falleció en París, el 8 de marzo de 1869.
Fuente:
Pahlen, Kurt – DICCIONARIO DE LA OPERA
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1883 – Fallecimiento en Roma (Italia) del tenor GIOVANNI MARIO. Había nacido en en Cagliari (Italia) el 17 de octubre de 1810. El más célebre de los tenores belcantistas fue el virtuoso -de raíz nobiliaria- Giovanni Matteo di Candia, conocido artísticamente como Mario. Cuando comenzó su carrera en París a los 28 años, donde recibió el apoyo de Meyerbeer, se advertía su admirable vocación y sus propiedades vocales, el bello y cautivante timbre, el impecable fraseo, escandido y sugerente. Precisamente en base a su capacidad técnica Mario era capaz de pasar por todos los grados de repertorio de tenor de gracia al repertorio lírico y al exigente canto meyerbeeriano (su debut había sido con Robert le Diable, 1838). Junto con su esposa Giulia Grisi, protagonizó memorables veladas, entre ellas la función inaugural del Covent Garden de Londres el 15 de mayo de 1858 cantando Les Huguenots.
Las presentaciones de Mario, en rigor un tenor lírico de elevado tecnicismo, se produjeron ante públicos muy diversos -su carrera duró casi treinta años, hasta 1867- inclusive en los Estados Unidos, adonde llegó con su esposa en gira artística en 1854. Como contraparte a ese magisterio vocal sus debilidades también afloraban y se cuenta que malgastaba su fortuna y fumaba exageradamente. Pero su magnetismo conquistó a los propios compositores. Donizetti le escribió la serenata «Com’é gentil» para el estreno de Don Pasquale en París (1843) recomendándole: «Cante Ud. esto a Norina en la escena del jardín».
Fuente:
Echevarría, Néstor – HISTORIA DE LOS CANTANTES LIRICOS
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1892 – Nacimiento en Lanuvio (cerca de Roma, Italia) del tenor GIACOMO LAURI-VOLPI; su verdadero nombre era Giacomo Volpi. Decimoquinto hijo de un comerciante, quedó huérfano siendo muy niño. Ayudado por un familiar pudo hacer estudios en la Facultad de Jurisprudencia de Roma, donde obtuvo el título de abogado. Simultáneamente hizo estudios de canto con Antonio Cotogni y Enrico Rosati, en la Academia de Santa Cecilia de la capital italiana. Fue llamado al frente de batalla en 1915, y permaneció en su puesto de lucha hasta el final de la guerra. Emma Carelli le consiguió entonces un contrato para el Costanzi de Roma, en 1919, pero el tenor prefirió debutar en Viterbo con el nombre de Giacomo Rubini, en el papel de Arturo en I Puritani.
Habiendo obtenido un triunfo resonante, abordó el Rigoletto, ya con su nombre definitivo de Giacomo Lauri-Volpi. La primera presentación en el Costanzi le deparó ovaciones clamorosas, en enero de 1920, y la oportunidad de añadir a su repertorio Il Barbiere di Siviglia y Gianni Schicchi. Hizo entonces su primer viaje a Buenos Aires, y cantó en el Teatro Politeama.
Rigoletto se convirtió en su ópera talismán, pues le abrió las puertas de los principales teatros de Italia y España. También fue vehículo de su debut en La Scala, bajo la dirección de Toscanini, en 1922. Comienza en esa fecha su trayectoria internacional, que lo dio a conocer en las más importantes salas del mundo hasta cerca de 1960.
Fue un asiduo visitante del Colón de Buenos Aires, donde cosechó ovaciones en Il Trovatore y menos aplausos en Pagliacci. Cantó en Chile en 1927.
Su repertorio se fue enriqueciendo con títulos dramáticos, con un progresivo oscurecimiento de la voz y excesiva cobertura en la zona de pasaje, que no perjudicaron en nada la emisión de sus poderosos agudos.
Entre 1929 y 1931 fue Arnoldo en las reposiciones de Guillermo Tell, que tuvieron lugar en el Metropolitan, la Opera de Roma, La Scala, el San Carlo de Nápoles y la Opera de París, con motivo del centenario de la última ópera rossiniana.
El 26 de enero de 1923 había debutado en el Metropolitan con Rigoletto. Siguieron luego títulos como La Bohème, La Traviata, Tosca, Il Barbiere di Siviglia, Anima Allegra, Cavalleria rusticana, Madama Butterfly, Lucia di Lammermoor, Le Roi di Lahore, Andrea Chénier, Giovanni Gallurese, Aida, Carmen, La Gioconda, Mefistofele (en giras), L’ Africaine, Gianni Schicchi, Faust, La Vestale, Il Trovatore, Turandot (estreno norteamericano, 1926), Norma, Pagliacci, Luisa Miller, el ya citado Guillermo Tell, La Sonnambula y Manon, totalizando alrededor de trescientas representaciones.
El Covent Garden lo conoció en 1925 como Chénier, volviendo a esa sala en 1936. A partir de 1933, con Les Huguenots en la Arena de Verona, Lauri-Volpi afrontó un repertorio más dramático.
Durante la guerra permaneció en España (Burjasot, cerca de Valencia) de donde era oriunda su esposa. A partir de la temporada 1945-46 regresó a Italia, donde continuó cantando alrededor de diez años más, acompañando y alentando a Maria Callas en algunas funciones de I Puritani, Il Trovatore y Lucia di Lammermoor.
Realizó algunas grabacines de óperas completas para la compañía Cetra, y La Bohème para el sello Remington. Ya octogenario cantó durante una celebración del Liceo de Barcelona; mostró un timbre intacto, y recibió una estruendosa ovación.
GIACOMO LAURI-VOLPI falleció en Valencia, el 17 de marzo de 1979.
Las condiciones más positivas de este tenor fueron su timbre incisivo y brillante, la emisión heroica, los excelentes agudos -y aun sobreagudos- y la eficiencia con que daba vida a algunos personajes. Fue un eterno buscador de aplausos, y su vanidad tuvo características legendarias.
La voz en sí era poco atractiva y muy caprina; la dicción, ya fuera en un fragmento lírico o dramático, lucía demasiado enfática y forzada.
Lauri-Volpi nunca trató de incluir inflexiones carusianas en su canto, lo que constituyó su virtud. Se sentía cómodo en el repertorio belcantista, y fue un ideal intérprete meyerbeeriano. El verismo y la literatura lírica del siglo XX, salvo su excelente Calaf, lo encontraron vocalmente desubicado.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – 100 GRANDES CANTANTES DEL PASADO
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1967 – Fallecimiento en Santa Margherita Ligure (Italia) del compositor y director de orquesta VICTOR DE SABATA. Había nacido en Trieste (Italia) el 10 de abril de 1892. Estudió en el Conservatorio de Milán con Saladino y Orefice. Luego de su graduación en 1910 y dedicarse por un breve tiempo a la composición, regresó a la dirección orquestal, estrenando L’enfant et les Sortilèges (1923). Establecido en la Scala desde 1929, también dirigió fuera de Italia: Bayreuth (1939), Berlín, Viena, y después de la guerra, en Londres, Chicago, Nueva York. Fue director musical de La Scala (1953-57), hasta su retiro por motivos de salud.
Ha escrito: Suite para orquesta (1909); los poemas sinfónicos Juventus (1919), La notte di Platon (1924) y Getsemaní (1925); la ópera Il Macigno (Milán, 1916); y varias páginas de música de cámara.
Fuente:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA