9 de julio
|1879 – Nacimiento en Bolonia (Italia) del compositor OTTORINO RESPIGHI. El sutil impresionista italiano que sobrevive en las salas de concierto del mundo con las descripciones de la Ciudad Eterna (Las fuentes de Roma, Los pinos de Roma), fue un importante compositor de óperas. Descendía de una vieja familia de músicos. Estudió en Berlín con Max Bruch y en San Petersburgo con Rimsky-Korsakov. Fue profesor de composición en la Academia Santa Cecilia de Roma y diez años más tarde (1923) director. Pero ya en 1925 se retiró para dedicarse exclusivamente a la creación y para hacer conocer sus obras durante largos viajes, por ejemplo a América del Norte y a América del Sur.
Tuvo su primer éxito operístico con Re Enzo (Bolonia, 1905), y luego compuso varias obras teatrales más, hoy olvidadas (Semiramis, Maria Vittoria, una comedia para marionetas sobre la Bella Durmiente, un ballet). En 1923 obtuvo con Belfagor un considerable éxito, al que siguió La campana sommersa, basada en la poética obra teatral de Gerhard Hauptmann, estrena en Hamburgo en 1927. Después del ballet Belkis y el misterio en un acto Maria Egipciaca, La fiamma causó sensación en 1934. Cuando Respighi murió, el 18 de abril de 1936, en Roma, dejó la ópera Lucrezia, sobre un libretto de Claudio Guastalla.
Fuente:
Pahlen, Kurt – DICCIONARIO DE LA OPERA
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1921 – Fallecimiento en Viena (Austria) de la contralto MARIANNE BRANDT. Había nacido en dicha ciudad el 12 de septiembre de 1842. Su nombre original era Marie Bischof. Se educó en el conservatorio de su ciudad natal. Su presentación como Rachel en La Juive (Hálevy) le posibilitó la obtención de un contrato en Graz. De 1868 a 1886 estuvo contratada por la Opera Real de Berlín, presentándose en este último año en New York, donde cantó los roles más importantes de contralto en el Metropolitan. Dotada de una rica voz de contralto y de excepcionales dotes histriónicos, MARIANNE BRANDT fue considerada una de las más grandes contraltos germanas del siglo. Por sus admirables interpretaciones de los roles wagnerianos, contribuyó en gran medida al éxito de los festivales de Bayreuth de 1876 y 1882. A partir de 1890 fijó su residencia en Viena y se dedicó a la enseñanza del canto.
Fuente:
Wikipedia – La enciclopedia libre
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1929 – Nacimiento en Viena (Austria) del barítono EBERHARD WÄCHTER. Después de completar su preparación universitaria estudió en 1947 teoría musical y piano en una institución vienesa y a partir de 1950 encauzó su preparación vocal con Elisabeth Radó. En 1953 hizo su debut en la Volksoper de la capital austríaca como Silvio en Pagliacci. Al año siguiente pasó a formar parte del elenco de la Opera de Viena y en 1955 partió su destacada carrera internacional. El debut de Wächter en el Covent Garden se concretó en 1956 con el Almaviva de Le Nozze di Figaro, uno de los papeles a los que aportaba una cuota de su propia personalidad vigorosa. La Scala lo conoció en mayo de 1960 a través del mismo papel en una producción dirigida por Herbert von Karajan. Volvió a la principal sala milanesa en 1962 como el protagonista de Il Prigioniero de Dallapiccola. Antes había estado en el Festival de Salzburgo, iniciando sus actividades en 1956 como Arbace en Idomeneo. Ese mismo centro artístico presenció una Elektra en 1964 junto a la protagonista de Astrid Varnay y a la Clitemnestra de Martha Mödl.
Wächter se presentó en Bayreuth en 1958 como Amfortas en Parsifal. Entre sus actuaciones más celebradas en la colina wagneriana se encuentra el Tannhäuser de 1964, considerado uno de los más perfectos de la historia del Festival (y legado al disco comercial por Philips) coprotagonizado por Windgassen, Silja y Bumbry. La primera aparición de nuestro barítono en la Opéra de París se produjo en 1959 con el último papel mencionado. Otros lugares que lo aplaudieron fueron las Operas de Munich, Stuttgart, Roma, Berlín y Bruselas. A partir de 1960 tomó parte en los Festivales de Glyndebourne y Edimburgo. Las actuaciones de Wächter en el Metropolitan se circunscribieron a tres funciones aisladas de Tannhäuser en 1961. Poco antes se había presentado en Dallas y también en Chicago como Almaviva en Le Nozze di Figaro. En 1964 estuvo por única vez en San Francisco pero su actividad fue intensa: Amfortas, Germont para La Traviata de Sutherland, Almaviva y su primer Barak (Frau ohne Schatten). En el Colón de Buenos Aires fue aplaudido en 1963 como Ford en Falstaff (Evans, Ligabue, Alva, Domínguez y Scovotti) y el protagonista de Don Giovanni.
En 1987 sucedió a Karl Dönch como director de la Volksoper de Viena y en 1991 pasó a la Opera de esa ciudad sucediendo a Claus Helmut Drese.
EBERHARDT WÄCHTER falleció en la capital austríaca el 29 de marzo de 1992.
Barítono de extravertida personalidad escénica, fue uno de los intérpretes que resaltó el carácter agresivo del Don Giovanni mozartiano. Todos sus enfoques escénicos manifestaban una energía desbordada y carismática. Artista musical y versátil, pudo brillar también en Wagner y Richard Strauss. Su voz poderosa y decididamente baritonal, con tintes más bien claros. No tuvo problemas de tesitura ni de dicción. Actuó junto a las más destacadas personalidades de su tiempo y en las principales salas del mundo.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – CALLAS Y 99 CONTEMPORANEOS
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1951 – Fallecimiento en Milán (Italia) de la soprano GIANNINA ARANGI-LOMBARDI. Había nacido en Marigliano (cerca de Nápoles, Italia) el 20 de junio 1891. Estudió en el Conservatorio San Pietro a Majella; obtuvo un diploma de piano y perfeccionó su voz con B. Carelli. Debutó en el Costanzi de Roma como Lola en Cavalleria Rusticana, en 1920, a la que siguieron Pantalis en Mefistofele, y Laura en La Gioconda, lo cual nos indica que orientó su actividad hacia el repertorio de mezzosoprano. A partir de 1923, también en el Costanzi, comenzó a abordar los papeles de soprano. Recibió consejos y apoyo de Emma Carelli. Algunas representaciones de los papeles protagónicos de Aida y La Gioconda le abrieron las puertas de los teatros principales de la península. Actuó en La Scala entre 1925-30, en pleno período toscaniniano. Viajó a Buenos Aires en 1926, y se presentó en el San Carlo de Lisboa en 1926 y 1927. Poco antes había participado en el estreno italiano de Ariadne in Naxos. Su repertorio incluía títulos como Il Trovatore, Norma, Un ballo in maschera, La forza del destino, La vestale, Lucrezia Borgia, Beatrice di Tenda, Moïse e I vespri siciliani, muchos de ellos abandonados desde tiempo atrás por la carencia de intérpretes adecuados. Acompañó a Melba en una gira por Australia, en 1928. Se retiró de la escena en la plenitud de sus medios, y fue nombrada profesora en el Conservatorio Verdi de Milán, en 1938. En 1947 aceptó una cátedra en Ankara, donde enseñó hasta poco antes de su muerte.
Poseyó una voz vibrante y extendida de soprano dramática. En una época en que sus colegas se inclinaban por la extraversión interpretativa y en muchos casos por una franca vulgaridad, Arangi-Lombardi abordó el repertorio verista con total mesura y ahorro de medios. Además era poseedora de una musicalidad impecable. Sin embargo, el verismo y el terreno pucciniano no fueron el instrumento más adecuado para su lucimiento. Los destellos vocales e interpretativos surgirían en el «Bel canto», donde la artista hacía gala de su técnica impecable, y en los papeles verdianos como Leonora y Aida, donde la voz flotaba delicadamente de acuerdo a las precisas imposiciones del autor.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – 100 GRANDES CANTANTES DEL PASADO