5 de marzo
|1668 – Nacimiento en Camaiore (cerca de Lucca, Italia) del compositor FRANCESCO GASPARINI. Fue discípulo en Roma de Arcangelo Corelli y de Bernardo Pasquini. Ocupó el puesto de maestro del coro en el Ospedale della Pietá de Venecia durante 13 años desde 1700 hasta 1713. En 1717 fue nombrado maestro de capilla de San Lorenzo in Lucina de Roma y, en 1725, de la capilla de Letrán. Entre sus alumnos estaban Benedetto Marcello y Johann Quantz.
Gasparini fue uno de los compositores más fecundos y apreciados de su época. Escribió 60 óperas e intermezzos para la mayoría de los teatros de Roma y Venecia. Sus óperas figuraron entre las primeras obras italianas representadas en Londres. También se le deben numerosos motetes, salmos, oratorios, cantatas y misas, y sobre todo un tratado de acompañamiento, L’Armonico práctico al Cimbalo (Venecia, 1708), que fue utilizado en Italia hasta el siglo XIX.
FRANCESCO GASPARINI falleció en Roma (Italia) el 22 de marzo de 1727.
Fuente:
Wikipedia – La enciclopedia libre
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1868 – Estreno en el Teatro alla Scala de Milán de la ópera en un prólogo, cuatro actos y un epílogo MEFISTOFELE de Arrigo Boito (1842-1918), sobre libreto propio, basado en el Faust de Goethe.
Intérpretes: M. Junca, Spallazzi, Raboux, Alessandrini. Director: Arrigo Boito.
Fuente:
Bertelé, Antonio [et alt.] – ENCICLOPEDIA DEL ARTE LIRICO
Libreto bilingüe italiano-español:
Website Kareol – http://www.geocities.com/ubeda2002/mefisto/mefisto.htm
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1876 – Fallecimiento en Milán (Italia) del libretista FRANCESCO MARIA PIAVE. Había nacido en Murano (Italia) el 18 de mayo de 1810. Fue un activo escritor y crítico, su primer trabajo con Verdi fue el libretto de Ernani. Más tarde proveyó al compositor de los librettos para: I Due Foscari, Macbeth, Il Corsaro, Stiffelio, Rigoletto, La Traviata, Simon Boccanegra y La Forza del Destino. La correspondencia entre Piave y Verdi revela el rol dominante del compositor en la elaboración de los librettos. Piave también escribió librettos para Mercadante, Ponchielli y Pacini.
Fuente:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
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1883 – Estreno la Opera de París de la ópera en cuatro actos HENRY VIII de Camille Saint-Saëns (1835-1921), sobre libreto de Léonce Détroyat y Armand Silvestre (1837-1901).
Fuente:
Bertelé, Antonio [et alt.] – ENCICLOPEDIA DEL ARTE LIRICO
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1947 – Fallecimiento en Roma (Italia) del compositor ALFREDO CASELLA. Había nacido en Turín (Italia) el 25 de julio de 1883. Ya a la edad de trece años, este turinés objetivo y siempre realista, llega al Conservatorio de París para estudiar composición con Fauré. Muy pronto traba relaciones con Debussy, el cual influye hondamente en su obra. Desde el año 1912, Casella, como director de los conciertos de «Trocadéro», en París, tiene un papel destacado en la vida musical francesa. Entusiasta también de Gustav Mahler y su arte completamente subjetivo e íntimo, trata de imponer las obras de aquél en Francia, rinde homenaje a su genio prestando su concurso en el festival Mahler de Amsterdam en 1920.
Entretanto es profesor de piano de la academia en París y después en Roma. En 1917 funda una sociedad italiana de música moderna, y mientras que Stravinsky constituye una emoción y un impulso decisivo para él, procura ser al mismo tiempo totalmente italiano y cooperar en el renacimiento de la música italiana según el espíritu de Monteverdi y del siglo XVII. De esta manera, también en su labor para la escena lírica se mezcla un espíritu teatral puramente italiano con un idioma musical políglota e internacional.
Como verdaderas óperas ha escrito: La Donna Serpente (según la pieza teatral de Gozzi que ya había servido a Wagner como argumento para sus «Hadas»), que fue estrenada en 1930, una obra ligera completamente contraria a la versión romántica de Wagner, con situaciones caprichosas y complicadas casi de propósito, con intermedio a la manera de la «Commedia dell’Arte», con una música que juega ligera y genialmente con estilos, arias, coros y conjuntos y con una «Sinfonía» que es una pieza de fuerza para la orquesta, con partes bufas que traducen el estilo grotesco de Stravinsky al italiano, es decir, con todos los efectos de una comedia musical moderna, expresamente burlesca.
Como complemento seria a aquella «buffa», se presenta la ópera de cámara La Favola d’Orfeo (1923), que trata de renovar en un lenguaje poco patético, moderado y sereno el ideal dramático-musical de Monteverd. Aquí se ha llegado a un estilo neoclasicista de una simplicidad y claridad muy grandes; la música acompaña, diciendo sin sentimentalismo solamente lo que tiene que decir como acompañante de las voces declamatorias. Otras obras: Poliziano (1932) y el misterio en un acto «Il deserto tentato» (1937).
Fuente:
Jacob, Walter – EL ARTE LIRICO
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1948 – Nacimiento en Stokenchurch (Buckinghamshire, Inglaterra) del director RICHARD HICKOX. Estudió en la Royal Academy of Music de Londres y fue estudiante de órgano en el Queens’ College de Cambridge de 1967 a 1970.
Hickox fundó la City of London Sinfonia en 1971, permaneciendo como director musical hasta su muerte, y también fundó la Richard Hickox Singers & Orchestra ese mismo año. Fue director musical del Endellion Music Festival de 1972 a 2008. En 1972 con sólo 24 años fue designado organista y maestro de música en St. Margaret’s, Westminster (la iglesia del Parlamento), como sucesor de Martin Neary. A este cargo se agregaron la dirección del London Symphony Chorus (1976) y del Bradford Festival Choral Society (1978). En 1990, Hickox fundó, junto a Simon Standage, la orquesta barroca Collegium Musicum 90. De 1982 a 1990, se desempeñó como Director Artístico de la Northern Sinfonia. Fue director invitado de la London Symphony Orchestra de 1985 hasta su muerte.
Durante cinco años, Hickox fue director musical del Festival de Spoleto, en Italia. De 2000 a 2006, fue el director principal de la BBC National Orchestra de Gales. En 2005 fue nombrado director musical de la Opera Australia, allí Hickox condujo nuevas producciones de El amor por tres naranjas, Rusalka, y Arabella (ganadora en 2008 del prestigioso Helpmann Award por Mejor Opera), todas estas obras fueron producidas por primera vez en Australia. También colaboró en nuevas producciones de Les contes d’Hoffmann y Alcina. Las grabaciones en CD de El amor por tres naranjas y Rusalka fueron realizadas para Chandos y recibidas muy positivamente por la crítica internacional y local. Hickox además dirigió los reeestrenos de Tannhäuser, Death in Venice, Giulio Cesare, Billy Budd, y El caso Makropoulos de Janacek.
Su repertorio grabado tuvo como núcleo la música británica y realizó las primeras grabaciones de muchas obras para Chandos Records. En 1997 ganó el Grammy Award por Mejor ópera grabada por su registro de Peter Grimes de Britten. Ganó cinco Gramophone Awards: por las grabaciones de War Requiem de Britten (1992); Sea Drift de Delius (1994); Troilus and Cressida de Walton (1995); A London Symphony de Vaughan Williams (2001); y Songs of the Sea de Stanford (2006).
Hickox fue nombrado Commander of the Order of the British Empire (CBE) en 2002.
RICHARD HICKOX falleció a consecuencia de un paro cardíaco en Swansea (Inglaterra) el 23 de noviembre de 2008.
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1953 – Fallecimiento en Moscú (Rusia) del pianista y compositor SERGEI PROKOFIEV. Había nacido en Sontsovka (provincia de Yekaterinoslav, Rusia) el 23 de abril de 1891. Como niño prodigio estudió primero con Glière y luego en el Conservatorio de San Petersburgo con Liadow, Rimsky-Korsakov, Tanéiev y otros. En 1914 ganó el Premio Rubinstein, tres años después abandonó Rusia, que se hundía entre las convulsiones revolucionarias. Viajó por Europa, vivió un tiempo en Alemania, luego en París y en Estados Unidos, donde tuvo lugar el estreno de su ópera «El amor por tres naranjas» (Chicago, 1921). Rápidamente llegó a una posición relevante entre los músicos de su generación, y recorrió numerosos países de Europa Oriental como virtuoso del piano, director de orquesta y compositor. Sin embargo, los éxitos más rotundos no fueron más fuertes que la nostalgia de su país. Y puesto que las autoridades soviéticas favorecieron ampliamente su regreso, se trasladó a Moscú en 1934. Compuso ocho óperas: «Magdalena» (1911-13), «El Jugador» (compuesta en 1915-17, revisada en 1927-28, Bruselas, 1929), «El amor por tres naranjas» (1919, Chicago 1921); «El ángel de fuego» (1916-27, Venecia 1955); «Semion Kotko» (1939, Moscú, 1940), «Esponsales en el convento» (1940-41, Leningrado, 1946), «Guerra y paz» (1941-52, Moscú, 1957) y «La historia de un verdadero hombre» (1947-48, Moscú 1960). Los ballets: «Le Chout» (El Bufón), «Pas d’acier», «El hijo pródigo», «En el Dniéper», «Romeo y Julieta», «La cenicienta» y «La flor de piedra». Prokofiev compuso además importantes obras corales y sinfónicas; conciertos (para piano, violín y violoncello); música para películas; para conjuntos instrumentales; canciones y sonatas para piano. Prokofiev escribe en un estilo deslumbrante, ingenioso, muy melódico, a menudo gracioso, a veces caricaturesco y siempre con un ritmo lleno de animación; un estilo totalmente personal que no puede clasificarse en ninguna corriente. Fue un músico original, natural, en absoluto amanerado ni intelectual.
Fuente:
Pahlen, Kurt – DICCIONARIO DE LA OPERA
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1984 – Fallecimiento en Roma (Italia) del barítono TITO GOBBI. Había nacido en Bassano del Grappa (cerca de Venecia, Italia) el 24 de octubre de 1913. Estudió leyes en la Universidad de Padua y al mismo tiempo pulió su voz con el destacado tenor Giulio Crimi, quien había estrenado en Italia las partes de Rinuccio (Gianni Schicchi) y Luigi (Il Tabarro). En junio de 1936 ganó un concurso en Viena y obtuvo una beca para la escuela de La Scala. Ya había dado sus primeros pasos en Gubbio en la parte del Conde Rodolfo (La Sonnambula). Inmediatamente se produjo su debut como Germont en dos teatros de Roma: el Adriano (1937), por una sustitución de último momento, y la Opera Real (1939). También hizo el Heraldo (Lohengrin), que sirvió de punto de partida de muchas carreras baritonales. En la principal sala romana tuvo ocasión de participar en el estreno italiano de Wozzeck (1942) donde demostró sus condiciones histriónicas y musicales. La actividad de Gobbi en La Scala se inició el 29 de marzo de 1941 con tres funciones de Fedora con Gianna Pederzini y la dirección de Franco Ghione. Al año siguiente se presentó como Belcore (L’elisir d’amore), un rol que le permitía otra faceta de intérprete. Luego surgieron Ford (Falstaff, con Stabile en la parte protagónica) y L’Arlesiana de Cilèa. Se produjo un intervalo hasta 1947 cuando reapareció en el rol de Mefistófeles en una versión italiana de La Condenación de Fausto de Berlioz, en otro ejemplo de versatilidad. Al año siguiente interpretó algunas funciones de Marcello (La Bohème), un papel que no se adaptaba a su vocalidad.
La década del cincuenta encontrará a un Gobbi más arraigado en La Scala aunque su actividad principal estuvo radicada en otras salas italianas. Es así que reapareció su simpático y extravertido Belcore y el Ford verdiano. En 1952 reiteró su patético Wozzeck y pudo agregar un nuevo interés al torturado personaje que le valió elogios de los entendidos. Luego de otro lapso de ausencia Gobbi cantó en 1956 Il Barbiere di Siviglia con Callas, en una versión que tuvo más críticas que elogios. Poco después encarnó al villano Jack Rance (Fanciulla del West), un rol pucciniano que le iba muy bien (como Schicchi, Michele o Scarpia) y que repitió con éxito en los teatros de Europa y Norteamérica. En la Piccola Scala participó ese mismo año en el estreno de L’Ipocrita Felice de Ghedini con la conducción de Votto. En marzo de 1958 fue el titular de Falstaff bajo la dirección de Herbert von Karajan. Ese éxito se repitió en Salzburgo y Viena. Más que darle al rol el carácter habitual y mal enfocado de un payaso, Gobbi sabía descubrir sus facetas fundamentales al mostrar la decadencia de un personaje magnífico y opulento que las desgracias de la vida han reducido al ridículo más grotesco. A través de esta matizada interpretación se amaba a Falstaff por lo que era actualmente y por todo lo que había sido en sus tiempos mejores.
En 1959 Gobbi cantó en La Scala un Gianni Schicchi que se había hecho famoso a través de la grabación romana con Victoria de los Angeles. Fue ovacionado también en su célebre Iago con el Otello de Mario Del Monaco. A fines de ese año fue Scarpia junto a Giuseppe Di Stefano, con Tebaldi en la parte protagónica. En 1961 encarnó su rol favorito de Posa como una excepción, ya que La Scala había evitado darle partes de gran lucimiento del cantabile. Para eso tenían al joven Bastianini (muerto prematuramente en 1967) y antes a Tagliabue y Mascherini, aunque estos últimos no podían liberarse fácilmente del canto declamado. En 1962 Gobbi cantó Il Tabarro. Pero fue en otros teatros de Italia que nuestro barítono cosechó más aplausos. También lo hizo en la visionaria Opera de San Francisco, donde había más imaginación que en el Metropolitan. Se presentó allí en 1948 con el Figaro rossiniano y su favorito Belcore para volver en 1960, para Tosca, Simon Boccanegra y La Fanciulla del West y en 1962 y 1964 para Otello. La Opera de París lo conoció en 1958 y 1965 (Tosca, acto segundo y ópera completa), 1966 (Iago en Otello) y 1970 (Falstaff).
Tito Gobbi participó en una gira sudamericana encabezada por Tullio Serafin en 1951. En Brasil tuvo algunas intervenciones destacadas (como el primer encuentro con Callas y Di Stefano en un escenario) y luego cantó en Montevideo Il Barbiere di Siviglia, Andrea Chénier y Un ballo in maschera, las dos últimas dividiendo funciones con el gran barítono uruguayo Victor Damiani, de destacada trayectoria internacional. Curiosamente, el Teatro Colón de Buenos Aires ignoró su presencia en la compañía, privándose también en un futuro de contar con tan valiosa figura. Años después llegó a la capital argentina en carácter de regista.
Luego de los éxitos de San Francisco, fue en la Opera Lírica de Chicago donde Gobbi hizo sus mejores representaciones norteamericanas. Debutó allí en 1954 y sus roles incluyeron a Amonasro, Marcello, Rigoletto, Michel (Il Tabarro), Renato, Jack Rance, Gérard, Iago, Tonio, el Almaviva de Mozart (junto a Steber, Moffo, Cossotto y bajo Solti), Michonnet, Falstaff, Gianni Schicchi, De Siriex, Nabucco y Don Giovanni. También hizo su debut como regista con Simon Boccanegra (1965) asumiendo también la parte protagónica. Esta exitosa producción fue llevada al Covent Garden, donde Gobbi había tenido una actuación muy destacada en Don Carlo (1958) y compartió honores con su cuñado Boris Christoff, el joven Jon Vickers, la excelente soprano holandesa Gré Brouwenstijn y la frustrada Eboli de Fedora Barbieri. En esas funciones tuvo un desacuerdo con Christoff y la amistad se deshizo, lo que imposibilitó nuevas actuaciones de la dupla sobre el escenario. El Metropolitan le abrió sus puertas el 13 de enero de 1976 y cantó treinta y tres funciones para la compañía, veintidós de las cuales fueron de Scarpia. Los otros personajes fueron Iago, Falstaff y un único Rigoletto. En 1978 fue regista de la Tosca que reunió a Shirley Verrett y Luciano Pavarotti. La sala neoyorquina no supo apreciar los quilates de Gobbi ya que estaba acostumbrada a la modalidad interpretativa de su ídolo Leonard Warren. El norteamericano tenía resuelta la zona aguda y emitía sus sonidos según el gusto operático de ese país. Pero fue precisamente en los roles que no le salían a Warren (como Scarpia) donde Gobbi pudo ganar el corazón de ese público.
Gobbi fue un frecuente huésped de otras salas líricas de primera magnitud. También de Festivales como el de Florencia, donde debutó en 1941 como Hidraot en Armida y el de Salzburgo, donde apareció en 1960 con un exitoso Don Giovanni. Una de las características principales fue el sentido del humor, que lo ayudaba a crear graciosos maquillajes en óperas como Gianni Schicchi y Falstaff. Su sentido de la mesura se destacó también en el verismo, donde evitó la declamación descontrolada.
Tito Gobbi se retiró de la escena en 1976 y se dedicó a la enseñanza.
Fue uno de los cantantes-actores más notables del siglo, lo que hizo que muchas veces se pasaran por alto sus vacilaciones vocales. Llegó al mundo de la lírica a fines de la década del treinta y desde un principio supo colocarse en un plano artístico de gran nivel.
La genealogía lírica de Gobbi proviene de Victor Maurel, el gran creador de Iago, Falstaff y Tonio (que no se destacaba por una voz bella) y pasa por las glorias expresivas de Antonio Scotti, quien con exiguo material hizo maravillosas creaciones. Por otro camino marchaban Titta Ruffo, ídolo de multitudes, poseedor de voluminoso caudal e incisivo timbre y partidario de la extraversión escénica, y la larga lista de sus epígonos. Uno de ellos fue Gino Bechi, coetáneo de Gobbi, que a pesar de tener un timbre de muy buena calidad, facilidad de agudos y apreciable volumen, hizo una carrera más corta y menos prestigiosa. Afortunadamente, hoy en día los públicos dan más importancia a los factores estilísticos e interpretativos, por lo que se admira al artista por encima de sus ocasionales claudicaciones vocales. La inteligencia de Gobbi se manifestó también en la elección de sus personajes (que era muchos y muy variados) y en la clarividencia de abandonarlos cuando aparecían los problemas. Amante del Bel canto, supo a tiempo que debía olvidarse de los Figaros, Enricos y Belcores, donde la flexibilidad de emisión es un factor indispensable para el triunfo. También renunció a su bienamado Rigoletto (quizá el más intenso de su generación) a fines de los años cincuenta y a su Marqués de Posa de gran virtuosismo histriónico. Papeles como Scarpia nunca le ofrecieron mayores dificultades y es ocioso decir que en el anti-héroe de Puccini y Sardou no ha sido superado. La combinación con Callas-Tosca dio motivo a muchas oportunidades de grandeza interpretativa en funciones donde nunca se repetían los mismos movimientos y la creación surgía con total libertad. Otros grandes roles fueron Iago (quizá el más grande de todos, como se aprecia en la grabación RCA de 1960), Simon Boccanegra, Macbeth y Tonio, donde nos hacía apreciar la adecuación interpretativa a esos torturados personajes y la sumisión de la parte canora (no muy privilegiada) a la búsqueda del espíritu de los mismos.
El órgano vocal de Tito Gobbi no tuvo problemas en un principio y bien los agudos hasta el Fa sostenido. La voz era sombría y tendía a endurecerse en el pasaje. Al sobrepasarlo surgían las dificultades, con excesos de cobertura y angustia de emisión. Esas vicisitudes hicieron de Gobbi un cantante impreciso de afinación incluso en el estudio de grabación. Aun así, el valor artístico de sus encarnaciones discográficas es innegable. Los años cincuenta trajeron las primeras sombras a su sistema canoro, tanto en la oscuridad del timbre como en la manera de que debía manejarlo. Ese hecho coincidió con la formación del trío Callas-Di Stefano-Gobbi, que se hizo famoso a través de las grabaciones más exitosas de EMI, a cambio de escasas presentaciones escénicas.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – CALLAS Y 99 CONTEMPORANEOS