23 de septiembre
|1777 – Estreno en la Académie Royale de Musique (Opéra) de París del drama heroico en cinco actos ARMIDE de Christoph Willibald von Gluck; sobre libretto de Philippe Quinault, ampliamente extraído de la Jerusalén Libertada de Torcuato Tasso.
Intérpretes de la premiére: Rosalie Lavasseur, Rinalde Legros, Gélin, Ubalde Arrivée.
Escrita en 1777, quince años después de haberse iniciado la reforma de la ópera italiana, Armide fue en parte un acto provocativo del compositor alemán, que se atrevió a poner en música la Armide de Quinault, el texto sobre el que Giambattista Lulli (1632-1687) había construido una de sus obras maestras. La primera representación de la ópera, que se dio durante la cuarta estancia de Gluck en París (mayo 1777-febrero 1778), suscitó una serie de polémicas en las que participó el músico, avivadas por el hecho de que los defensores de la ópera italiana llamaron a París, en contraposición al herético Gluck, a Nicola Piccinni. Escrita sobre un texto que había servido casi un siglo antes a Lulli, la Armide no conoció, a pesar de la apertura innovadora, la unidad de las óperas mejores, como Orfeo ed Euridice. Bien lograda en las páginas trágicas y no demasiado válida en algunos episodios solísticos y corales, en todo caso se avalora, para el personaje de Armida, con arias bellísimas, que se cuentan entre los momentos más felices de la escritura musical gluckiana.
Fuente:
Bertelé, Antonio [et al.] – La ópera: enciclopedia del arte lírico
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1835 – Fallecimiento en Puteaux, cerca de París (Francia) del compositor VINCENZO BELLINI a los 34 años de edad. VINCENZO BELLINI había nacido en Catania (Sicilia, Italia) el 3 de noviembre de 1801. Hijo y nieto de compositores; estudió con su abuelo Vincenzo Tobia Bellini y en el Conservatorio de Nápoles con Giovanni Furno y Nicola Zingarelli. Su primer ópera, Adelson e Salvini (Nápoles, 1825), fue un ejercicio de graduación, a la que siguió Bianca e Fernando (1826). La fama internacional llegó rápidamente con Il Pirata (1827), su primera colaboración con Felice Romani, quien fue el libretista de las siguientes óperas de BELLINI: La Straniera (1829), Zaira (1829), I Capuleti ed I Montecchi (1830), La Sonnambula (1831), Norma (1831) y Beatrice di Tenda (1833). La asociación de BELLINI con el tenor Rubini también data de 1827, en tanto con la soprano Giuditta Pasta se inicia en 1830. BELLINI vivió en Milán hasta 1833, haciendo de los encargos de óperas su medio de vida, luego fue a Londres y París para supervisar las producciones de sus óperas; sus éxitos parisinos lo comisionaron a la composición de I Puritani con libretto de Carlo Pepoli (enero, 1835), su último y más grande suceso.
Símbolo del romanticismo italiano trasladado al ámbito de la ópera, integró con Rossini y Donizetti la tríada de artífices del bel canto. BELLINI poseía el don de la melodía pura y creó una personalísima y elegante línea de canto.
Fuente:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
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1836 – Fallecimiento en Manchester (Inglaterra) de la soprano MARÍA MALIBRÁN a los 28 años de edad. María Felicia García Sitches conocida artísticamente como MARÍA MALIBRAN había nacido en París (Francia) el 24 de marzo del 1808. Fue hija del compositor, tenor y maestro de bel canto Manuel del Pópolo Vicente García y de la soprano Joaquina Briones y hermana de la cantante Pauline Viardot-García y del influyente maestro de canto Manuel Patricio Rodríguez García.
Cuando Rossini fue interrogado por quienes habían sido los más grandes cantantes que había conocido, respondió: “Muchos cantantes de mi tiempo fueron grandes artistas pero hubo sólo tres genios: Lablache, Rubini y esa niña tan arruinada por la naturaleza María Malibrán.”
María Felicia García Sitches fue la segunda hija de Manuel García y Joaquina Briones (nombre de pila: Joaquina Felicia Sitches). Su padre era un famosísimo tenor que, ya antes de los 30 años, era considerado la estrella máxima de París, título que se vio ratificado cuando Rossini escribió para él el rol de Almaviva en El barbero de Sevilla. Su madre era también cantante y logró gran fama en España.
Sus dos hermanos fueron también cantantes: Manuel Vicente García, nacido en Madrid en 1805 fue un famoso barítono y además uno de los mejores profesores de canto de su tiempo y su hermana menor Pauline García-Viardot, conocida como «La Viardot» fue otra gran diva de la ópera y una de las mujeres más influyentes en la cultura europea de su tiempo.
La Malibrán llegó al mundo mientras su padre triunfaba en París en 1808, tras huir de la nativa España por entonces ocupada por Napoleón. Sin embargo ya en 1811 la familia debió huir nuevamente esta vez a Nápoles en donde trabaron estrecha amistad con Rossini quien escribió su rol del Conde de Almaviva para Manuel García. Por aquel entonces la familia García-Sitches funcionaba como una verdadera compañía ambulante y con 6 años de edad María pudo pisar el escenario por primera vez en la obra Agnese de Paer. Cantando un rol menor al lado de su padre y madre, se dice que a mitad de un aria estando madre e hija sobre el escenario, Joaquina perdió el hilo de la música a lo que su hija comenzó a cantar ella misma el aria, recibiendo los aplausos del público.
Tras su auspicioso debut María se vio inmersa en la música y comenzó a tomar lecciones. El primer y único maestro de La Malibrán fue su padre, un cantante brillante y a la vez tiránico y exigente. Se dice que a punta de golpes e insultos pudo darle a María una técnica vocal perfecta. En 1815 y tras la derrota de Waterloo, la guerra y las enfermedades llegaron hasta Nápoles y los Garcia-Sitches debieron huir nuevamente con rumbo a Paris y luego a Londres. En ese momento Manuel García decidió poner a su hija a salvo de los problemas políticos y de la vida del teatro y la puso de interna en el colegio-convento de Hammersmith, cercano a Londres. De allí salió a los 16 años, ya formada con 5 idiomas aprendidos.
Vuelta a la tutela paterna, su padre se sumergió en la tarea de adiestrar el joven instrumento vocal de la cantante. Se dice que las lecciones se convirtieron en una batalla constante de dos caracteres extremadamente fuertes. Como también se dice que el padre exigía tanto a su hija que la cantante aprendió a cantar mientras lloraba sin que el llanto afectara a su voz, truco que utilizaría después para impactar a sus públicos.
Ya a los 17 años María García tendría su segundo debut, esta vez en el papel protagonista de Rosina en El barbero de Sevilla de Rossini, propuesta por su padre como reemplazante de la enferma Giuditta Pasta, una leyenda de su tiempo. Así el 5 de junio de 1825 en el Royal Theatre de Londres comenzaba la leyenda de María García, La Malibrán. Su debut londinense fue seguido por actuaciones triunfantes en París. No obstante el futuro que se le presentaba, el olfato financiero de su padre la llevó a otros horizontes. A finales de 1825 la familia completa zarpó con rumbo a Nueva York. En la ciudad norteamericana, la familia se convirtió en el foco cultural de su época, pues fueron los primeros en representar ópera en los Estados Unidos. Allí, además de obras de Rossini y Mozart, la familia presentó títulos escritos por el mismo Manuel García, padre, que a la sazón, era cantante y compositor.
Tanto en el viaje en barco como en las presentaciones teatrales, María García se ganó admiradores, pero la decisión paterna la entregó en matrimonio al mejor postor y así María se vio casada con 17 años con el banquero Eugène Malibran, de 43 años, de quien tomó su apellido, con el que se haría conocida mundialmente como «La Malibrán». Se dice que su padre la obligó al matrimonio pues a cambio recibió 100.000 francos del banquero.
A finales de 1827 la pareja marcha a México acompañando al resto de la familia García; allí, Eugène Malibran se vio envuelto en deudas y pleitos que lo llevaron hasta la cárcel cuando se declaró en bancarrota. La Malibrán pidió el divorcio pero su marido se negó; aun así, ésta abandonó a Eugène en México y decidió partir de vuelta a Francia.
En 1828, La Malibran se desata definitivamente de la tutela paterna y parte hacia París en donde debuta en el curso de una gala como Semiramide de Rossini. El mismo público que hacía 3 años le había aplaudido la recibía de nuevo con la voz pulida por meses de intenso estudio con su padre.
Contratada por el Theatre Italiene de Paris (1828-34), se convirtió en la máxima interprete rossiniana de su época. Entre 1830-36 fue la cantante más popular, resaltando muy por encima de sus colegas. Pudo eclipsar a leyendas de su época como la misma Giuditta Pasta quien vio cómo La Malibrán le robaba su público de La Scala. Pudo ensombrecer la presencia de otra genio de su época: Rosmunda Pisaroni quien fue, quizá, la única contralto que pudo acercársele en perfección vocal. Sin embargo, la Pisaroni era ciega y su rostro estaba desfigurado por la viruela. Tras su triunfo avasallador en Italia, la Malibrán tomó partido por el liberalismo revolucionario italiano y su figura se convirtió en símbolo de la resistencia contra Austria.
En Venecia fue idolatrada y la ciudad de los canales le donó un Teatro con su nombre, como también una góndola especial que la transportaba por la ciudad.
En medio del triunfo le llegó también el amor. En el transcurso de 1831 conoció al violinista belga Charles-Auguste de Bériot a quien le dio un hijo en 1833, Charles-Wilfrid Bériot (1833-1914) pianista, maestro de Maurice Ravel, sin estar casada aún con él, lo que fue un escándalo de su tiempo. Finalmente, en 1835, pudo obtener el divorcio de su marido, gracias a un protector de leyenda: el marqués de La Fayette quien se dice estaba enamorado de la cantante. El héroe de la independencia americana ayudo a María a obtener el divorcio legal y también el eclesiástico valiéndose de resquicios legales. La Malibrán argumentó que su nacionalidad al momento de casarse no era española sino francesa, por lo tanto el matrimonio no era válido.
Félix Mendelssohn escribió un aria acompañada de violín especialmente para la pareja. En 1836, finalmente, se casaron.
El mismo año, mientras la cantante actuaba en Londres, sufrió un fatal accidente montando a caballo. A pesar de las heridas sufridas, La Malibrán siguió cumpliendo compromisos y se negó a ver a un médico; según muchos, por el miedo a que le amputaran una pierna. Hasta que, el 23 de septiembre de 1836, cayó desvanecida tras una representación en Manchester y falleció con tan sólo 28 años.
La Malibrán está asociada a las óperas de Rossini. Cantó Tancredi, Otello, Il turco in Italia, La Cenerentola y Semiramide. También canto Il crociato in Egitto de Meyerbeer y La Sonnambula y I Capuleti ed i Montecchi de Vincenzo Bellini.
Según los papeles que cantó, hay que deducir que manejaba una tesitura de, al menos, tres octavas a partir de Re grave hasta Re sobreagudo. Sus contemporáneos, como Rossini, Donizetti, Chopin, Mendelssohn y Liszt, admiraban la intensidad de su presentación en escenario. Sin embargo, el pintor Eugène Delacroix criticaba su falta de tino y de intentar «cantar para la atracción de las masas, quienes no tienen gusto artístico».
Desde el comienzo, la joven cantante mostró caracteristícas de contralto, pero la férrea guía de su padre y la técnica la impulsaron a conquistar el registro de soprano. En sus años de triunfo absoluto, la cantante alternaba roles de contralto como Rosina en El Barbero de Sevilla, Tancredi o Romeo en I Capuleti ed I Montecchi con otros de soprano pura, como Norma, Semiramide Amina en La Sonnambula o Adina en L’elisir d’amore.
Su técnica dominaba la coloratura con facilidad: trinos, escalas, arpegios y cambios de registro. Si alguna crítica se le podía hacer era la poca homogeneidad del registro que, al estar sometido a un extensión demasiado amplia, mostraba un crisol de colores en toda la gama, defecto acusado también en su rival Giuditta Pasta.
La Malibrán, junto con Giuditta Pasta, poseían un tipo de voz llamado de soprano sfogato, es decir, una voz de soprano extensísima pero de un origen de contralto y que, por lo mismo, evidenciaba colores oscuros en algunas zonas del registro. Esta tipología vocal extrañísima tenía la cualidad de poder entregar momentos de intenso dramatismo y a la vez momentos de pirotecnia vocal pura.
La Malibrán se convirtió, como pocas, en leyenda mientras aun vivía. Su voz privilegiada como su belleza única la convirtieron por un lado, en una artista insuperable y por otro, en símbolo de la belleza hispánica: morena, sensual y de carácter vibrante y apasionado. A lo largo de su vida, no sólo embrujó a los públicos sino también a los hombres de su tiempo. Rossini cayó rendido a sus pies y accedió a adaptarle el rol de Otello en su ópera a la tesitura de contralto para que la cantante pudiera cumplir así su capricho. Lo mismo hizo Bellini con su Amina en La Sonnambula y Donizetti llegó más lejos al escribirle el rol de Maria Stuarda en su opera homónima. Con su belleza y talento, la Malibrán encarnaba los ideales de la artista romántica que se veían enriquecidos por la tempestuosa y novelesca vida que le tocó vivir, como también por su trágico y prematuro final. Artistas de la talla de Rossini, Donizetti, Bellini, Chopin, Mendelssohn y Liszt se contaban entre sus admiradores.
En 2007, la mezzosoprano italiana Cecilia Bartoli le rinde homenaje con una serie de recitales que recuperan la figura de La Malibrán, incluyendo una muestra itinerante en la que se exponen cartas, partituras, máscaras, bustos, joyas de atrezo y hasta 200 objetos pertenecientes o relacionados con María Malibrán, recuperados durante 20 años por la cantante lírica italiana, y que acompañan ahora a sus conciertos dedicados a la música que interpretaba la prematuramente desaparecida soprano española.
Fuente:
Wikipedia – La enciclopedia libre – http://es.wikipedia.org/wiki/Maria_Malibran
Website Museo Itinerante dedicado a Maria Malibrán:
http://www.mariamalibran.net/es/
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1872 – Nacimiento en Tarnopol (Galizia austríaca) de la soprano SALOME KRUSHENISKY. Hija de nobles rutenos, estudió en el conservatorio de Lvov, perfeccionándose luego en Milán. Su carrera comenzó allí, alrededor de 1892; tomó parte en compañías que actuaron en Cracovia y Odesa.
En 1896 cantó por primera vez en Italia -Teatro Ponchielli de Cremona- en obras como Marion Delorme, Manon Lescaut y Les Huguenots; en 1898 fue contratada por la Opera de Varsovia, donde triunfó como Aida, papel que cantaría muy a menudo en años posteriores.
En 1902 se hizo oír en la Opera de París como Elsa en Lohengrin; en 1904 tuvo lugar la reivindicatoria reposición de Madama Butterfly, anteriormente citada, que se representaba con modificaciones luego del fracaso de La Scala. Debutó en el Costanzi de Roma en 1904. Regresó al año siguiente. Fue conocida en La Scala en 1906/07 al interpretar Salomé, Tristan und Isolde. Participó en el estreno de Gloria de Cilea. A partir de esa fecha abandonó los personajes verdianos y los pertenecientes a la Grand Opéra, polarizando su actividad en títulos como Lorelei, Mefistofele, Lohengrin, Die Walküre y Götterdämerung.
También prefirió las óperas de Richard Strauss. Estrenó Elektra en Italia (La Scala, 1909). Ese entusiasmo por el repertorio moderno le valió éxitos rotundos, como una Louise que cantó en Buenos Aires en 1910, y el estreno mundial de Fedra de Pizzetti, en La Scala, en 1915.
Alrededor de 1920 se retiró definitivamente de la escena, al interpretar Lorelei y Lohengrin en el San Carlo de Nápoles. SALOME KRUSHENISKY falleció el 16 de noviembre de 1952.
Poseyó una voz de características sumamente personales; un timbre penetrante y un registro agudo de envidiable rendimiento. Esas cualidades positivas la acompañaron a través de todas su carrera. Las crónicas de la época recuerdan su entrada de Butterfly, en el Grande de Brescia, coronada por un poderoso re bemol sobreagudo que pareció signar la futura fortuna de la ópera.
El órgano vocal en sí no se caracterizaba por un gran volumen; el timbre no era homogéneo, y mostraba los famosos «escalones» -o el llamado «mosaico»- que causaron tantas controversias en todas las épocas. Sin embargo, esta característica dio gran relieve al canto de la artista, que poseyó un repertorio vasto y versátil.
Sus grabaciones, hechas para la G&T de Varsovia y la Fonotipia de Milán, entre 1903 y 1916, son piezas de colección. Los especialistas que las han estudiado a fondo, nos dicen que no reflejan el talento y las posibilidades expresivas de la cantante, que fue muchas veces tildada de demasiado «rebuscada». Sus papeles favoritos fueron Aida, Selika, Butterfly y Salomé.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – 100 GRANDES CANTANTES DEL PASADO
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1896 – Fallecimiento en Valmondois (Francia) del tenor GILBERT LOUIS DUPREZ a los 89 años de edad. GILBERT LOUIS DUPREZ había nacido en París (Francia) el 6 de diciembre de 1806. Estudió en París donde hizo su debut operístico en el Teatro Odéon en 1825 como el Conte Almaviva en Il barbiere di Siviglia de Rossini. Antes de llegar al principal escenario de París había cantado el rol de Ugo en el estreno de Parisina d’Este (Florencia, 1833) y además había creado el rol de Edgardo en Lucia di Lammermoor (Nápoles, 1835). Era la suya una voz de gran pureza tímbrica, conforme todos los testimonios, de parejo registro, flexible y extensa. Se cuenta que al debutar en la Opéra parisiense como Arnoldo en Guillaume Tell alcanzaba el Do sobreagudo con extrema facilidad en el aria Asile hereditaire. Luego cubrió el repertorio creado por su colega Adolphe Nourrit arrebatando al público por la valentía y facilidad para atacar los agudos a plena voz saliendo con un vigor e incisividad sorprendentes, contrastando, desde ese ángulo, con las emisiones en falsete de su colega. Participó en el estreno de Benvenuto Cellini (1838) de Berlioz, de Les Martyrs de Donizetti en 1840 y creó ese mismo año el primer Fernando de La Favorita que el compositor de Bérgamo le destinó. En 1843 creó el rol titular de la ópera Dom Sébastian de Donizetti. Pasada la mitad del siglo decidió poner término a su carrera y dedicarse a la enseñanza del canto.
Fuente:
Echevarría, Néstor – Historia de los cantantes líricos
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1907 – Nacimiento en Praga (Checoeslovaquia) de la soprano JARMILA NOVOTNÁ. Aconsejada por Emmy Destinn, estudió con Hilbert Wawre, en Praga; cantó Rosina y Violetta en un teatro de provincia checo, 1924, luego Marenka (Novia Vendida) y roles de coloratura en el Teatro Nacional de Praga, 1925. Después de intensos estudios en Milán, cantó Gilda en Verona, 1928. Miembro de la Opera de Berlín, 1929-33 (debut como Concepción en L’Heure Espagnole, Kroll Opera). En 1931, Max Reinhardt puso en escena La Belle Hélène y Les Contes d’Hoffmann para ella. En la Opera de Viena (1933-38), creó el rol de Giuditta en la operetta de Lehar; en Salzburgo cantó roles de Mozart bajo la dirección de Weingartner, Toscanini y Walter (1935-37). Debut en el Metropolitan como Mimí (enero, 1940); en 16 sesiones, cantó 142 funciones de 14 roles, que incluían: Euridice, Violetta, Cherubino, Manon, Marenka, Donna Elvira, Pamina, Octavian, Antonia y Giulietta (Contes d’Hoffman) y Orlovsky (Die Fledermaus). También cantó en La Scala (Alice Ford, 1937), San Francisco (debut, Madama Butterfly, 1939), Buenos Aires y Río de Janeiro (1943) y Chicago (Cherubino, 1945). Ha intervenido en films en Alemania, Francia y América.
Dice Valenti Ferro: “No eran escasos los méritos de Novotná como cantante que se manejaba con un órgano vocal nada generoso en cantidad pero no falto de calidad. Cantaba muy bien y era dueña de una personalidad artística dúctil -excelente actriz- y una inteligencia que le permitieron extender su repertorio a obras que la fragilidad de su voz aparentemente le vedaba.”
JARMILA NOVOTNA falleció en Nueva York (Estados Unidos) el 9 de febrero de 1994 a los 86 años de edad.
Fuentes:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
Valenti Ferro, Enzo – LAS VOCES – TEATRO COLON: 1908-82
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1907 – Nacimiento en Atenas (Grecia) del bajo NICOLA MOSCONA. Estudió con Elena Theodorini, en el Conservatorio de Atenas, y debutó en la Opera Nacional de esa ciudad en Il barbiere di Siviglia, en 1931. Durante los seis años siguientes cantó en Grecia, Turquía e Italia. Debutó en La Scala de Milán como Rodolfo en Loreley (Catalani), en 1939. En el Metropolitan de Nueva York debutó como Ramfis, en 1937; en dicha sala actuó en 25 temporadas, cantando una treintena de roles que incluyeron: Colline, Ramfis, Ludovico (Otello), Raimondo (Lucia), Sparafucile y Ferrando (Trovatore). Luego de retirarse, enseñó canto en la Academy of Vocal Arts de Filadelfia.
NICOLA MOSCONA falleció en Filadelfia (Pensilvania, EE. UU.) el 17 de septiembre de 1975 a los 68 años de edad.
Fuente:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
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1923 – Nacimiento en Sarkád (Hungría) del tenor SÁNDOR KÓNYA. Su padre era violinista. Luego del segundo matrimonio de la madre, la familia se trasladó a Budapest donde Kónya formó parte de un coro infantil. Después cursó estudios universitarios e ingresó secretamente al Liceo Musical Franz Liszt. En 1944 se enroló en el ejército y al final de la guerra fue capturado por los británicos. Una vez terminado el conflicto decidió permanecer en Alemania, donde estudió canto con Fred Husler en Detmold. Debutó en Bielefeld como Turiddu (Cavalleria rusticana) en 1951. Luego fue huésped de varias compañías alemanas y se trasladó a Milán para perfeccionarse con Rico Lani. En 1955 se convirtió en primer tenor de la Opera del Estado de Berlín. Un año después ya estaba en Edimburgo y en 1958 hizo su debut como tenor wagneriano en Bayreuth como Lohengrin, repitiéndolo en 1959, 1960 y 1967. En mayo de 1960 se presentó en La Scala con Parsifal (Gorr, Christoff; Cluytens), repetido un año después. En 1963 interpretó Walther (Die Meistersinger). En París fue aplaudido en 1959 en Lohengrin mientras que el Covent Garden hizo lo propio cuatro años más tarde.
KÓNYA fue conocido en Norteamérica a través de la Opera de San Francisco donde pronto se convirtió en favorito. Debutó en 1960 con La Fanciulla del West (Kirsten y Gobbi), que fue seguida por Lohengrin. Al año siguiente agregó Madama Butterfly (Price) y Turandot (Udovick y Price). En 1962 cantó Don Carlo y en 1963 Aida (Price y Resnik), el Mefistofele de Boito y una Tosca (Price). En 1964 intervino en Parsifal. Volvió a la compañía diez años después para una aislada Madama Butterfly. Kónya debutó en el Metropolitan en octubre de 1961 como Lohengrin, siguiendo inmediatamente Dick Johnson (Fanciulla del West) y Radamés (Aida). En 1962 abordó Turandot, Madama Butterfly, La forza del destino, Die Meistersinger y Der Rosenkavalier. En 1963 el repertorio se incrementó con Der fliegende Höllander, Ariadne auf Naxos y La Traviata. En 1964 intervino en La Bohème, Lucia di Lammermoor, Tosca y Carmen. Los últimos títulos para la compañía fueron Parsifal (1966), Martha (1967), Un ballo in maschera (1968), Don Carlo (1970), Cavalleria rusticana y Fer Freischütz (1971), y Jenufa (1974).
Poseedor de un noble timbre de tenor lírico-spinto, lo hizo lucir en un vastísimo repertorio donde no faltaron las partes más enjundiosas de Verdi, Wagner, Puccini y Richard Strauss. Con el tiempo el colorido vocal se oscureció y hubo un incremento de volumen, por lo que pudo hacer frente a obras aun más comprometidas como Parsifal o La Fanciulla del West. Este cambio no implicó ningún desmedro de la flexibilidad.
SANDOR KONYA falleció en Ibiza (España) el 20 de mayo de 2002 a la edad de 78 años.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – CALLAS Y 99 CONTEMPORANEOS