21 de abril
|1836 – Nacimiento en Milán (Italia) del editor y empresario EDOARDO SONZOGNO. Cabeza de la firma editorial Sonzogno, fundada a fines del siglo dieciocho, adquirió los derechos de las más populares óperas francesas, y en 1883 estableció un certamen para nuevas óperas; entre los ganadores estaba el joven y desconocido Pietro Mascagni, quien recibió el premio de 1889 por Cavalleria Rusticana. Sonzogno promovió la escuela verista, publicando las obras de Mascagni, Giordano, Leoncavallo y Cilea. En 1875, organizó una temporada en el Teatro San Redegonda de Milán y en 1894 inauguró el Teatro Lírico Internacional en Milán. EDOARDO SONZOGNO falleció el 14 de marzo de 1920 en Milán.
Fuente:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
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1845 – Estreno en Magdeburgo de la ópera romántica en cuatro actos “UNDINE” de Gustav Albert Lortzing (1801-1851), sobre libreto del autor, inspirado en un relato de F. de La Motte Fouqué.
Fuente:
Bertelé, Antonio [et alt.] – ENCICLOPEDIA DEL ARTE LIRICO
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1878 – Fallecimiento en Milán (Italia) del libretista TEMISTOCLE SOLERA. Había nacido en Ferrara (Italia) el 25 de diciembre de 1815. Comenzó su carrera literaria como poeta, luego como libretista colaboró con Verdi en “Oberto”, “Nabucco”, “I Lombardi”, “Giovanna d’ Arco” y “Attila”.
Fuente:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
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1889 – Estreno en el Teatro alla Scala de Milán de la ópera en cuatro actos «EDGAR» de Giacomo Puccini (1858-1924), sobre libreto de Ferdinando Fontana (1850-1919), del drama en verso de Alfred de Musset «La Coupe et les Lèvres». Intérpretes de la premiére: Aurelia Cattaneo; Romilda Pantaleoni; Gregorio Gabrielesco. Director: Franco Faccio.
Fuente:
Bertelé, Antonio [et alt.] – ENCICLOPEDIA DEL ARTE LIRICO
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1911 – Nacimiento en Nueva York (Estados Unidos) del barítono LEONARD WARREN. Su verdadero nombre era Leonard Warrenoff, hijo de padres rusos de origen judío (y después convertido al catolicismo). Mientras estudia canto con Sydney Dietsch interviene en el coro del Radio City Music Hall. En 1938 gana un concurso radiofónico del Metropolitan que le permitó obtener una beca de estudios en Roma y Milán. Lamentablemente, sus estudios se interrumpieron y regresó a su país natal. Debutó oficialmente en el Metropolitan como Paolo (Simon Boccanegra, 1939) junto al protagonista Lawrence Tibett cuyo espontáneo estilo de canto Warren nunca quiso adoptar. Luego, cantó el rol de Valentin (Faust), el Heraldo (Lohengrin) e Il Conte (Trovatore) todos en 1939. En 1940 cantó Amonasro (Aida), Branaba (Gioconda) y Escamillo (Carmen). En 1941 incorporó el rol de Alfio (Cavalleria) y los Grandes Sacerdotes de Alceste y Samson et Dalila. En 1942 agrega Germont (Traviata), Ilo en The Island God de Menotti y Enrico Ashton (Lucia). A partir de 1943 comenzó a ser realmente apreciado por el público del Met a raíz de algunas funciones triunfales de Rigoletto y su primer Renato (Ballo). También hizo conocer su Tonio (Pagliacci) y su Don Carlo (Forza). En 1944 se propuso un desafío con la parte protagónica de Falstaff que sin ser graciosa (Warren no se caracterizaba por el sentido del humor) se encuadró en los cánones del canto verdiano. Para evitar la comparación desventajosa con Scotti y Tibett no volvió a presentar su Falstaff en el Met. En 1946 dio su versión inobjetable, altisonante y malévola del Iago, aquí profundizaba cada frase en un logro muy destacable. En 1949 incorpora Simon Boccanegra. Los años cincuenta presencian su espléndido Carlo (Ernani). Otras óperas que agregó a su repertorio no le aportaron más gloria, con excepción de su gran interpretación de Macbeth: poco tenía de Gerard (Andrea Chenier) y menos aún de Scarpia (Tosca). Warren debutó en la Opera de San Francisco en 1943 con el Gran Sacerdote (Samson) y Don Carlo (Forza), presentándose en otras temporadas, aunque sus actuaciones se vieron interrumpidas por «desavenencias» personales con la compañía. También actuó con éxito en la Opera de Chicago entre 1944 y 46, y en Canadá0. En el Teatro Colón de Buenos Aires fueron muy aplaudidas sus actuaciones en las temporadas 1942, 43 y 46. En México cantó desde 1948, actuando por única vez con María Callas en el Palacio de Bellas Artes (Il Trovatore, 1950). Sus esporádicas actuaciones en Europa se centraron en la Scala, donde no gustó (Rigoletto, 1953 y Otello, 1954). En 1958 hizo una gira por la entonces Unión Soviética para reencontrarse con la patria de sus ancestros. Warren falleció durante una representación en el Metropolitan, mientras cantaba el rol de Don Carlo (Forza) luego de la frase «É salvo; é salvo; o gioia!», el 4 de marzo de 1960.
La voz de Warren era voluminosa y estaba especialmente dotada para las frases de largo aliento, sobre todo en el esquema tradicional del aria verdiana. Sin ser absolutamente idiomático (en italiano o francés), no se le podía hacer ningún reproche serio en ese punto. En lo que se refiere a la extensión, gozó de buenos graves y de agudos que fueron una leyenda. LLegaba al Si bemol sin alardear de él, como lo haría su imitador Sherrill Milnes en años posteriores. El dilema de gustar o no del canto de Leonard Warren reside en la extraña impostación que exhibía su órgano vocal. Para quienes lo aceptaron no tuvo rivales de su rango (sobre todo en Rigoletto e Il Conte di Luna). Los que no lo han hecho, aun reconociéndolo como un cantante de primer nivel, no toleran su canto en constante «colocación de bostezo». Hay muchas frases caricaturales que son difíciles de aceptar para quienes prefieren el canto itálico, soleado y espontáneo de voces que pueden llegar a ser feas pero que sobresalen por la naturalidad de emisión. Este punto de vista fue el que impidió el triunfo de Warren en Europa. Más raras de entender son las incondicionales adhesiones argentinas, cuando ese país había gozado de los timbres peninsulares de Giuseppe De Luca, Titta Ruffo, Carlo Galeffi y tantos más. El canto de Warren fue más natural al comienzo de su carrera (según el testimonio discográfico) pero ya en la segunda grabación de Il Trovatore se nota una sombra de tristeza en la emisión junto a las habituales glorias del fraseo. Quizá esto respondiese a un inconfesado malestar del barítono, que al no ser tratado médicamente precipitó su muerte. Los argumentos expuestos son más reconocidos hoy día que hace treinta años. Recordamos con qué desprecio se comparaba a Tito Gobbi con Warren, por ejemplo, sin reconocerse la superioridad del italiano en el campo interpretativo a cambio de la potencia sonora de su colega norteamericano. Los entendidos que aprecian factores musicales y expresivos por sobre los torrentes vocales han llegado a preferir la interpretación discográfica que hiciese Fischer-Diskau de Rigoletto al enfoque convencional que le daba Warren. Pero éste hizo todo lo posible por encontrar el meollo del canto italiano y se acercó a Giuseppe De Luca para pedirle consejos. Consiguió mejorar su técnica y le dio aliento aristocrático a sus frases (como en Ernani) dominando con mayor maestría la media voz, las variaciones de dinámica, los portamentos y un sentido clásico del legato.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – CALLAS Y 99 CONTEMPORANEOS
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1920 – Nacimiento en Venecia (Italia) del compositor BRUNO MADERNA. Con sus composiciones, su enseñanza y desde la dirección de orquesta contribuyo a difundir las obras maestras de la vanguardia europea. Junto con Luciano Berio, fundó el Studio di Fonologia Musicale de la RAI en 1955.
El estilo compositivo de Maderna —distinto del de sus amigos y contemporáneos Berio, Boulez, Stockhausen y Nono— se basa en el uso de técnicas deterministas precomposicionales, en una interpretación personal del concepto de «obra abierta» y en un tratamiento melódico que aparece incluso en las más complejas texturas. Sus obras más conocidas son: Musica su due dimensione (1952), Concierto para piano (1959), Concierto para oboe (1962), Don Perlimplín (1962), Hyperion (1964), Stele a Diotima (1965) y Quadrivium (1969) y Juilliard Serenade (1970).
BRUNO MADERNA falleció en Darmstad (Alemania) el 13 de noviembre de 1973.
Fuente:
Wikipedia – La enciclopedia libre
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1951 – Fallecimiento en Nueva York (Estados Unidos) de la soprano OLIVE FREMSTAD. Había nacido en Estocolmo (Suecia) el 14 de marzo de 1871. Su verdadero nombre era Olive Rundquist. De niña tocaba el órgano en los servicios religiosos de su padre, que era misionero evangélico y médico. Al trasladarse su familia a los Estados Unidos, precisamente a Minnesota, Oliva hizo su primera aparición en público como pianista a la edad de doce años. Su primer contacto con el canto lo tuvo al participar en las partes vocales de los servicios sacros. En 1891 viajó a Nueva York para estudiar con F. F. Bristol que la educó como contralto. En noviembre de ese mismo año dio su primer concierto en el Lennow Lyceum.
En 1893 viajó a Berlín para perfeccionarse con Lilli Lehmann. Dos años después, y luego de un brillante concierto de presentación, obtuvo un contrato en el Stadttheater de Colonia; debutó allí el 21 de mayo de 1895 como Azucena en Il Trovatore. En esa sala actuó durante los tres años sucesivos.
En 1896 se presentó en Bayreuth en papeles pequeños de Die Walküre y Götterdämmerung. Luego fue escuchada en Londres y Munich, donde recibió calurosos aplausos por su interpretación de Carmen.
El 25 de noviembre de 1903 debutó en el Metropolitan Opera como Sieglinde en Die Walküre, y comenzó la etapa de transición de contralto a soprano. Luego fue Venus y Elisabeth en Tannhäuser; Santuzza en Cavalleria rusticana; Brangäne en Tristan und Isolde; Fricka en Das Rheingold; Carmen, Kundry en Parsifal; Brünnhilde en Die Walküre, Siegfried y Götterdämmerung; Selika en L’Africaine, Salomé, Isolde, Tosca, Elsa en Lohengrin, Armida y Giulietta en Les contes d’Hoffmann.
El papel de Salomé lo preparó durante un año entero. Lo estrenó para los Estados Unidos el 22 de enero de 1907. Lo cantó sólo dos veces. Habría de cantar una segunda y última función de la ópera de Richard Straus en el Châtelet de París, al año siguiente.
Se despidió de la escena neoyorquina en abril de 1914 con Lohengrin. Había aparecido allí alrededor de trescientas veces. El público la saludó con interminables aplausos, luego de esa inolvidable presentación.
En 1916 cantó Tosca en Chicago, y abandonó con ese título los escenarios líricos. Dio su último concierto en Nueva York en 1920.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – 100 GRANDES CANTANTES DEL PASADO
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1958 – Fallecimiento en Roma (Italia) del bajo GIULIO NERI. Había nacido en Torrita de Siena (Italia) el 21 de mayo de 1909. Sus primeros estudios de canto los hizo con Umberto Ferraresi en Florencia. A esta preparación que duró apenas un año siguieron clases en el Conservatorio de Roma. En 1935 hizo su verdadero debut en el Teatro delle Quattro Fontane de Roma e inmediatamente recorrió la península interpretando partes menores del repertorio universal. En 1938 ya estaba en el Teatro Real de la Opera de Roma, en condiciones de afrontar un vasto espectro de personajes de Verdi y Wagner. En sus años de gloria los papeles-talismán serían el Mefistófeles boitiano y el Don Basilio de Rossini. En 1933 Neri había participado con éxito en un concurso florentino, donde la triunfadora fue la joven Giulietta Simionato. Aunque el centro de la actividad italiana de nuestro bajo fue la Opera Real de Roma, también cantó en La Scala, donde debutó en febrero de 1941 con motivo del estreno mundial de Gli Orazî de Porrino. Allí cantó dos papeles en sustitución de Tancredi Pasero, una gloria de esos tiempos. En octubre de 1942 fue Calibano en La Tempesta de Lattuada, finalizando las jornadas milanesas con el Oroveso (Norma, 1948), junto a Caniglia y Stignani. Compartió muchas jornadas líricas con Maria Callas que vale la pena enumerar. La colaboración se inició con La Valquiria (Palermo, 1949); siguió con Tristán e Isolda, Norma y Aida (todas en Roma, 1950); de 1951 son Norma (Palermo) y Tosca (Rio de Janeiro). En 1952 cantaron I Puritani en Roma, además de grabar La Gioconda para Cetra. De 1953 fueron dos entregas de Norma (Roma y Londres), una de Aida (Verona) y otra de Il Trovatore (Roma). A principios de 1958. durante el llamado, «Escándalo de Roma», Neri cantaba en esa desafortunada Norma su tonante Oroveso. En una gira sudamericana debutó en el Teatro Colón de Buenos Aires (Ramfis, 1947) y al año siguiente se presentó con el Mefistofele de Boito, que en 1951 fuera aplaudido también en Montevideo (en esta ciudad había sido conocido ya en 1948). También cantó en Barcelona y Niza (Mefistofele, 1956).
Bajo profundo italiano que recibió la herencia de su antecesor Nazareno de Angelis en un timbre cavernoso y atractivo que hacía lucir su registro a lo largo de dos octavas y media. La voz era atractiva aunque algo dura y de muy importante volumen. No hay duda de que en el rubro de la oscuridad y profundidad no lo superó ningún colega de su tiempo. Aún así, su fama siempre estuvo colocada un poco detrás de las de sus coetáneos Boris Christoff y Nicola Rossi-Lemeni, con quienes cantó el Gran Inquisidor de Don Carlo en sendas versiones discográficas. Neri fue un buen actor y su canto gozó de musicalidad y buen fraseo.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – CALLAS Y 99 CONTEMPORANEOS