14 de noviembre
|1774 – Nacimiento en Maiolati (cerca de Iesi, Italia) del compositor GASPARE SPONTINI. Alumno del Conservatorio de Nápoles, cursó nuevos estudios con Piccini después de su primer debut de ópera. Actuó en diversas Cortes de príncipes italianos; luego, desde 1803, en París, donde ya tarde obtuvo un soprendente y sensacional éxito con La Vestale en 1807.
Bajo la impresión de la ópera clásica de Gluck, el compositor, primeramente fiel a la manera de la ópera bufa italiana, logró una ópera que se puede designar como la expresión más pura del estilo imperio decorativo, algo exagerado y ampuloso. La historia de la joven Vestal que en conflicto con su amor terrenal deshonra el acto sagrado de la unción del vencedor y que debe ser enterrada viva como expiación, siendo salvada por inspiración divina, es con su pathos, con su gran aparato y con su forma perfecta el tipo de la «Opera Heroica y de Pompa» clasicista que precedió a la «Grand Opera» originariamente revolucionaria de Auber (La muda de Portici), de Rossini (Guillaume Tell) y de Meyerbeer.
A esta Vestale, que fue premiada por Napoleón I, le siguió en 1809 la ópera inspirada en el mismo estilo, Fernand Cortez, que fue presentada a escena también con mucho éxito. El rey de Prusia Federico Guillermo III, que vio las obras en París y que se entusiasmó con su lujo cortesano, contrató a Spontini como director general de orquesta a Berlín, donde actuó de 1820 a 1841. Fue en esta ciudad que estrenó su ópera de gran espectáculo Olimpia, recibida con benevolencia por la sociedad de la corte, en tanto que el público burgués se inclinó ostensiblemente a favor de Der Freischütz (El cazador furtivo) de Weber, que fue estrenado cuatro semanas más tarde. Spontini demostró grandes méritos como organizador y director de la orquesta de Berlín, aunque su tiranía artística dio lugar en 1841 a un escándal teatral, a consecuencia del cual tuvo que retirarse de su puesto berlinés (del que se hizo cargo luego Meyerbeer).
Miembro de las Academias de Berlín y París, Spontini, elevado por el Papa a la condición de conde, vivió nuevamente en su tierra natal dedicado a su arte y apareciendo de vez en cuando como director en los grandes teatros líricos al estrenarse sus obras.
Aunque su obra casi ha desaparecido en el día de hoy (a excepción del rescate realizado por Maria Callas de La Vestale) no se debe olvidar por ello su significado histórico para la ópera: Los grandes efectos de sus conjuntos, coros y masas y la pompa de su «ópera heroica» halló eco no sólo en la «grand ópera» de Meyerbeer sino también en las obras juveniles de Richard Wagner.
Otras óperas: Lalla Rookh (1821), Alcidor (1825) y Agnes von Hohenstaufen (1829).
SPONTINI falleció en Maiolati, el 14 de enero de 1851.
Fuente:
Jacob, Walter – EL ARTE LIRICO
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1897 – Fallecimiento en Sant’Agata, cerca de Busseto de la soprano GIUSEPPINA STREPPONI a los 82 años de edad. GIUSEPPINA STREPPONI había nacido en Lodi (Italia) el 8 de septiembre de 1815. Estudió en el Conservatorio de Milán; debutó en Adria, en 1834. Cantó en Trieste (1835) y Viena (Amina y Adalgisa, 1835). En la Scala, 1839, cantó Lucia, Elvira (I Puritani) y Adina, impulsó la producción del Oberto de Verdi y creó el rol de Abigaille en Nabucco (1842). También creó el rol titular de Adelia de Donizetti, Roma, 1841. Casada con Giuseppe Verdi en 1859.
Fuente:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
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1918 – Nacimiento en Centralia (Illinois, EE. UU.) de la mezzosoprano JEAN MADEIRA Estudió en la Juilliard School; debutó -usando el nombre de Jean Browning- en Martha, en la Chautauqua Opera, en 1943. En 1947 se casó con el director de orquesta Francis Madeira y a partir de entonces usó su apellido. En 1948, debutó en el Metropolitan Opera de Nueva York como la Primera Norna en Gotterdämmerung, comenzando su firme ascenso con los siguientes roles: Amneris, Azucena, Ulrica, Orfeo y Dalila. En 1954, comenzó una serie de actuaciones en Europa (Londres, Estocolmo, Munich y Salzburgo). En 1955 cantó Carmen en la Opera de Viena obteniendo un gran suceso. Luego cantó el rol de Erda en el Festival de Bayreuth (1956 y 1957). En 1956 cantó Klytämnestra, de Elektra, de Richard Strauss, en el Festival de Salzburgo. En 1960 grabó ese rol dirigida por Karl Böhm junto a Inge Borkh, Marianne Schech y Dietrich Fischer Dieskau.
Desde su debut en 1948 cantó casi 300 funciones en el Metropolitan Opera de Nueva York en 41 roles, destacándose sus interpretaciones de Carmen, Klytämnestra y Erda. En 1968, creó el rol de Circe en el estreno mundial de Ulisse de Dallapiccola (Opera de Berlín). Se retiró de la escena en 1971.
JEAN MADEIRA falleció en Providence (Rhode Island, EE. UU) el 10 de julio de 1972.
Fuente:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
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1926 – Nacimiento en Viena (Austria) de la soprano LEONIE RYSANEK. Estudió en el Conservatorio de su ciudad natal con Alfredo Jerger y Rudolf Grossman, quien fue su primer marido. Debutó como Agathe (Der Freischütz) en Inssbruck (1949) y obtuvo un éxito que la llevó en breve tiempo a imponerse en el campo lírico internacional. Mientras tenía como sede la Opera del Sarre (entre 1950 y 1952) fue llamada para participar en el Festival de Bayreuth (1951) que reabría sus puertas en tiempos de posguerra. Su Sieglinde ya presentaba una gran firmeza vocal lo que le permitió afianzarse definitivamente en ese recinto lírico. Nunca se tentó con Brünnhilde, que dejó en manos de Mödl, Varnay o Nilsson. En 1952 Rysanek se unió a la Opera del Estado de Baviera, con la que al año siguiente hizo su primera presentación londinense como la Danae straussiana. También cantó en Roma (1953) y Viena (1954). En esta última compañía se convirtió en una bienvenida huésped al contar con el favor de Herbert von Karajan, el público y la crítica. Su ciudad natal la aplaudió muy calurosamente como Sieglinde y Senta. Su actividad en Francia partió en 1952 con Donna Elvira (Don Giovanni) y la Marschallin (Der Rosenkavalier) en Aix-en-Provence (1952). La Opera de París la recibió en 1955 como Sieglinde (Walküre). Regresó en 1972 como la Emperatriz (Frau ohne Schatten) y 1974 como Chrysothemis (Elektra). En 1974 cantó Salome en Orange. Otros centros galos que la acogieron fueron Aix-les-Bains, Marsella, Burdeos y Toulouse.
La Scala de Milán fue otro centro de gran actividad para Rysanek. Debutó allí en mayo de 1954 como Chrysotemis en una Elektra dirigida por Mitropoulos y en la que participaban también Christel Goltz, Rossi-Lemeni, Ramón Vinay y Elena Nicolai. En febrero del año siguiente fue Sieglinde bajo la batuta de Ackermann. A su lado estaban Mödl, Hotter, Windgassen y Weber. Volvió a la principal sala milanesa como integrante de la Opera de Viena en otra Walküre, esta vez conducida por Karajan y con Nilsson, Suthaus, Hotter y Frick. El 7 de diciembre de 1959 fue muy aplaudida como Desdemona en un Otello protagonizado por Del Monaco y Gobbi.
Los públicos norteamericanos la conocieron a través de una brillante temporada de la Opera de San Francisco en el otoño de 1956. El primer espectáculo fue Der Fliegende Höllander, protagonizado por Hans Hotter y con el Erik de Ludwig Suthaus. Luego vino una Walküre en la que participaban también Nilsson, Suthaus y Hotter. Su última función de ese año fue Aida junto a Martell, Rankin y Colzani. El éxito obtenido le valió un regreso en 1957 para inaugurar una nueva temporada con la protagonista de Turandot al lado de la Liù de la veterana Licia Albanese y la dirección de Molinari-Pradelli. Poco después siguió Un ballo in maschera (que cantó en alemán; Peerce, Merrill, Turner) y una muy aplaudida Lady Macbeth (que tendría que haber sido cantada por Callas) al lado del magnífico Giuseppe Taddei. En 1958 fue Elisabeth (Tannhäuser). Regresó en 1960 para mostrar su Emperatriz (Frau ohne Schatten; junto a Schöffler, Parly y Schech) y la protagonista de Aida, junto al Radamés de Jon Vickers. Un largo paréntesis se abrió hasta 1973 cuando regresó en espectacular forma vocal para la Elisabeth wagneriana (Thomas, Napier, Stewart) y la Chrysotemis straussiana (Steger, Dalis, Ulfung, Stewart). Al año siguiente protagonizó Salome junto a Hopf,, Nimsgern y Varnay. Culminó su ciclo artístico en esa compañía que tanto la había apreciado con aplaudidas versiones de Sieglinde (Knie, Vickers y Sotin), la Emperatriz (Frau ohne Schatten, dirigida por Karl Böhm) y una aislada función de Tosca que le permitió lucir su carisma y los milagrosamente conservados brillos vocales.
Rudolf Bing también pensó en Callas para su Macbeth de 1959 pero los problemas que surgieron entre ambos no encontraron solución viable y el empresario optó por contratar a Rysanek, quien obtuvo un gran éxito junto a Leonard Warren. Casi de inmediato insistió en la senda verdiana con Aida y Don Carlo. A principios de 1960 la lista de roles del Metropolitan se amplió con Senta (Fliegende Höllander), Leonora (Forza del destino) y la Marschallin (Der Rosenkavalier). En la temporada 1960/61 se midió con la Abigaille de Nabucco (con resultados controvertidos), Elisabeth (Tannhäuser) y su favorita Chrysotemis (Elektra). En enero de 1962 cantó Amelia (Un ballo in maschera) y en la temporada 1962/63 la protagonista de Ariadne auf Naxos y la Leonora de Fidelio. En 1964 aparecieron Desdemona (Otello), Elsa (Lohengrin) y su exitosa Floria Tosca. En 1966 fue la Emperatriz (Frau ohne Schatten) y en 1972, la protagonista de Salome. Su último papel nuevo para la compañía fue Ortrud (Lohegrin). El 26 de febrero de 1984 Rysanek festejó sus Bodas de Plata en el Metropolitan con una gala. Se despidió de este público en enero de 1996.
Cantó con cierta frecuencia en Bayreuth y se lució en Elsa (1958), Senta (1959, 1969 y 1970), Elisabeth (1965), Sieglinde (1965/69) y Kundry (1982 y 83).
Su única presentación en el Teatro Colón de Buenos Aires se produjo en la temporada 1995 donde encarnó a Klytämnestra (Elektra) junto a la protagonista de Hildegard Behrens y Deborah Voigt.
Entre los últimos personajes agregados a su repertorio podemos contar a la protagonista de Medea, la Kostelnicka de Jenufa (debutada en Sydney en 1985) y Ortrud (Lohengrin, Viena, 1985). La última ópera que cantó fue Elektra.
LEONIE RYSANEK falleció en Viena el 7 de marzo de 1998.
El surgimiento de Rysanek y su afirmación a lo largo de los años cincuenta se debió a méritos propios y a la falta de sopranos de sus características. La artista se abrió un legítimo camino y se colocó desde un principio en el privilegiado grupo de las cantantes versátiles. Las óperas de Richard Strauss ocuparon un destacado lugar en su repertorio, especialmente Die Frau ohne Schatten, Ariadne auf Naxos, Die Ägyptische Helena, Die liebe der Danae y Elektra (Chrysothemis) a las que daba un toque personal enmarcado en el más estricto sentido del estilo. También hizo historia como la Marschallin de Der Rosenkavalier.
En Wagner, y a pesar de gozar con un patrimonio canoro de real enjundia, Rysanek se abstuvo de abordar las heroínas que hubiesen podido perjudicar su voz. Tanto su Sieglinde como su Senta se contaron entre las mejores de su generación. Elisabeth y Elsa también encontraron en ella una intérprete ideal, mientras que las incursiones en Kundry y Ortrud constituyeron experimentos anecdóticos que surgieron en años avanzados de su carrera. Los éxitos straussianos y wagnerianos se debieron a su talento para lograr una acertada captación de las heroínas más vulnerables de ambos compositores. A la Salomé de los últimos tiempos le faltaba una verdadera adecuación vocal para mostrar algunas facetas del personaje.
Rysanek cumplió con muchas actuaciones exitosas en el repertorio italiano. En campo se exhibió como Aida, Desdemona, Amelia, Elisabetta di Valois, Leonora (Forza del destino), Lady Macbeth y Abigaille y dejó a algunos entendidos con saber a insatisfacción. En el último personaje tuvo serios tropiezos, que no impidieron su insistencia en un estilo que no le era propicio. Otras instancias italianas fueron Tosca, con singular éxito y gran proyección vocal y dramática; Medea, en un enfoque poderoso pero fuera de foco (como los de Eileen Farrell y Magda Olivero) y Turandot, donde tenía el capital necesario para defender las exigencias de la protagonista. Sin embargo, a partir de 1957 se abstuvo de cantar este personaje por considerar innecesario el desgaste que le producía. En la lucha por cultivar el eclecticismo se volcó también hacia el repertorio mozartiano de Donna Anna y Donna Elvira. Incluso la Contessa de Le Nozze di Figaro (Aix-en-Provence) donde sufrió un duro revés. El campo francés (casi como una excentricidad) se atrevió con la protagonista de Louise y Antonia (Les Contes d’Hoffmann).
Rysanek contó con un timbre deslumbrante de sonoridades plenas y vibrantes que no se evidenciaban en la totalidad de la gama. La zona aguda fue poderosa y sólida, y por lo general emitía sonidos extremos valiéndose de un «portamento» que molestaba en el repertorio italiano. La musicalidad de Rysanek nunca fue puesta en tela de juicio y siempre se le elogiaron las proezas del fraseo y las condiciones actorales. Su físico privilegiado fue un vehículo ideal para lograr la precisa dimensión escénica de los personajes. En los últimos años de carrera se le notaron señales de vibrato amplio y una tendencia a «gritar» los agudos. Siempre se le acusó de abusar de los pianísimos.
LEONIE RYSANEK falleció en Viena el 7 de marzo de 1998 a los 71 años de edad.
Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – CALLAS Y 99 CONTEMPORANEOS
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1928 – Nacimiento en Villarroya de la Sierra (Zaragoza) del tenor BERNABÉ MARTÍ. Fue el sexto y último hijo de una familia campesina. A los trece años tuvo que dejar la escuela para comenzar a trabajar la tierra porque el padre era ya mayor y él era el único hijo soltero. Durante algún tiempo estuvo cuidando las cabras que había en casa. Tenía que subir con ellas a 1.600 metros de altura, donde está la ermita de la Virgen de la Sierra, patrona de la localidad. Así vio transcurrir su niñez hasta llegar a la mocedad. Le gustaba la música, y su mayor ilusión fue entrar en la banda del pueblo. Aprendió solfeo y a tocar el saxofón. Al tiempo, siempre que se presentaba la ocasión, cantaba las jotas que oía por la radio. Tenía ya veinte años cuando un día le escuchó el párroco, y quedó tan sorprendido que convenció a sus padres para llevarle a Zaragoza. El sacerdote pensó que había descubierto a otro Fleta. La profesora doña Asunción Vitoret le hizo una prueba y elogió su buena voz. De igual opinión fue el maestro de capilla del Pilar, don Juan Azagra.
Fue acogido entre los infantes de coro para estudiar música durante un año. Luego, ayudado por la familia marchó a Madrid, en cuyo Conservatorio hizo durante dos años los cursos de canto con José Luis Lloret. Su deseo era perfeccionarse en Italia. En 1953, y con una beca de cinco mil pesetas anuales que le concedió la Diputación de Zaragoza, llegó a Roma para ingresar en el Conservatorio de Santa Cecilia. Permaneció tres años en ese centro hasta terminar la carrera de canto. Realizó cursos de perfeccionamiento en la Academia de Siena y de ésta salió seleccionado para cantar la ópera Ecuba de Bruno Rigachi. También recibió clases en Milán de la célebre soprano catalana Mercedes Llopart. Se presentó en Zaragoza en las fiestas del Pilar de 1956 cantando en el Teatro Principal un ramillete de arias de ópera y la jota de El trust de los tenorios. Su debut serio se produjo en los Festivales de Granada de 1958, donde interpretó La vida breve. Ya estaba en el camino deseado. Cantó SALOMÉ en Alemania, contratado por el maestro Alberto Erede para cantar en la Opera de Düsseldorf, y después efectuó una gira de dos años por distintos países de Europa. Había alcanzado en ellos gran crédito y en España aún no era conocido. Hasta que hizo su presentación en 1960 en el Liceo de Barcelona con el estreno de La cabeza del dragón del maestro Lamote de Grignon, basada en una obra de Valle Inclán. Desde entonces reduce su apellido a Martí.
Después cantó Carmen y Werther en distintos teatros de Alemania y Francia. Un día, en 1964, Montserrat Caballé debía interpretar Madama Butterfly en La Coruña y se puso enfermo el tenor. Cuando buscaban un sustituto, ella se acordó de haber estuchado en el Teatro Calderón al joven tenor que la agradó. Cuando le llamaron, Bernabé dudó porque no conocía la obra. El hijo de Fleta, en cuya casa vivía, le animó. Compraron la partitura y se puso a estudiarla. La cantó como pudo, y aquella noche conoció a la que había de ser su esposa. Más tarde volvieron a interpretarla en el Liceo con mayor seguridad, y al día siguiente ya salieron juntos y formalizaron el noviazgo. Él marchó a Buenos Aires para cantar Manon Lescaut en el Teatro Colón y La Bohème en México. Siguieron Lima, Caracas y Santiago de Chile, mientras ella continuaba su fulgurante carrera.
La boda se efectuó en Montserrat el 14 de agosto de 1964. Luego hubieron de separarse para cumplir sus respectivos compromisos. Bernabé debutó en el Carnegie Hall de Nueva York con Il Pirata, ópera que más tarde cantarían juntos en Philadelphia, e Il Trovatore en San Antonio de Texas. Bernabé cantó Rigoletto en Washington y Tosca, Werther, Turandot, Pagliacci, Carmen y Norma en Dallas, Houston, Kansas y Nueva York.
Los triunfos del matrimonio se multiplicaron durante varios años hasta que en 1972 un hecho inesperado los truncó. Ese año aparecieron juntos en París con Norma. Bernabé se sintió mal y no pudo finalizar la obra. Ya en Barcelona, el especialista comprobó que tenía el pulmón izquierdo prácticamente inútil como consecuencia de una afección contraída de niño. Con un tratamiento adecuado, mejoró. Más tarde una leve lesión de corazón le obligó a poner fin a sus actividades artísticas. Su última actuación fue en Ripoll en 1985. De tenor famoso pasó a ser, sin desconsuelo alguno, “el marido de la Caballé”. Y se dedicó a ella y a sus hijos en una entrega total.
Con su nombre y el de Montserrat, la Obra Cultural de Ibercaja creó en 1992 un concurso anual que otorga becas de perfeccionamiento a cantantes prometedores.
Fuente:
Website La Zarzuela – http://lazarzuela.webcindario.com/
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1946 – Fallecimiento en Alta Gracia (Córdoba, Argentina) del compositor MANUEL DE FALLA a los 69 años de edad. MANUEL DE FALLA había nacido en Cádiz (España) el 23 de noviembre de 1876. Estudió durante tres años con el profeta de la música española, Felipe Pedrell, que orientó también a Granados y a Albéniz. Después de obtener algunos premios en España, Falla se dirigió a París, donde vivió de 1907 a 1914 en estrecha amistad con Debussy, Dukas, Ravel y Stravinsky. Al estallar la Primera Guerra Mundial regresó a España, dirigió diferentes orquestas y se dedicó a la composición. Por medio de un trabajo muy lento y laborioso creó las obras que le dieron fama mundial. Algunas están destinadas a la escena: La Vida Breve (1905), los ballets El Amor Brujo (1915) y El Sombrero de Tres Picos (1919) y la singular pieza El Retablo de Maese Pedro (1922), en la que actúan tanto cantantes como marionetas y que desarrolla un episodio tomado del Quijote. En 1939 Falla emigró a la Argentina, donde falleció el 14 de septiembre de 1946, en las montañas de Alta Gracia, Córdoba, sin poder terminar La Atlántida, el trabajo de varias décadas. El estreno de ésta, su obra más importante, tuvo lugar quince años después de su muerte.
Fuente:
Pahlen, Kurt – DICCIONARIO DE LA OPERA