13 de julio

1877 – Nacimiento en Ravensburg (Alemania) del tenor KARL ERB.  De formación autodidacta fue empleado público antes de unirse a la Opera de Stuttgard donde debutó en 1907 en “Der Evangelimann” de Kienzl. Cantó en Lübeck (1908-10), Stuttgard (1910-12) y Munich (1913-25) donde creó el rol titular de “Palestrina” de Pfitzner (1917). Fue un notable recitalista y un ideal Evangelista en las Pasiones de Bach. Estuvo casado brevemente con la soprano Maria Ivogün.
KARL ERB falleció en Ravensburg el 13 de julio de 1958 (curiosamente la fecha coincide con la de su nacimiento).

1958 – Fallecimiento en Ravensburg (Alemania) del tenor KARL ERB.  Había nacido en dicha ciudad el 13 de julio de 1877 (curiosamente nació y falleció en la misma fecha).

Fuente:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA

————————–

Carlo Bergonzi1924 – Nacimiento en el pequeño pueblo de Vidalenzo, localidad cercana a Busseto, la tierra natal de Verdi del tenor CARLO BERGONZI. Estudió canto y piano en el Conservatorio Arrigo Boito de Parma. Este trabajo preparatorio fue interrumpido al ser arrestado por participar en actividades contrarias a las autoridades nazis de ocupación. Hizo su debut en 1948 como barítono, en Lecce, protagonizando Il Barbiere di Siviglia. En los siguientes tres años continuó incursionando en esa cuerda y al Figaro inicial siguieron Marcello de La Bohème (con una singular presentación junto al Rodolfo de Beniamino Gigli en Ferrara; 1950), el doctor Malatesta en Don Pasquale, Germont en La Traviata y el protagonista de Rigoletto.
En 1951 la carrera de Bergonzi tomó un nuevo rumbo al pasarse a la cuerda de tenor, estrenándose con el protagonista de Andrea Chénier en el Teatro Petruzzelli de Bari. Ese año cantó otros papeles importantes en el marco de las celebraciones organizadas por la RAI con motivo del cincuentenario de la muerte de Verdi. En 1952 se presentó en las termas de Caracalla en Roma como Fausto en Mefistofele y sus actuaciones continuaron con éxito en Brescia y en el San Carlo de Nápoles. También se presentó en Niza, volviendo en 1957 (Manrico) y 1970 (Riccardo, Enzo). Cantó en Toulouse en 1955, 56 y 57 (Don Alvaro, Radamés y el Des Grieux de Puccini). Debutó en La Scala de Milán en 25 de marzo de 1953 con motivo del estreno mundial de Masaniello de Napoli, cantando la parte protagónica en compañía de Denise Duval, Giangiacomo Güelfi y Giuseppe Modesti. Volvió a la compañía en abril de 1955 para compartir algunas funciones de La forza del destino con Di Stefano en las que también participaba la Tebaldi, que luego sería su frecuente compañera en el disco. A fines de ese año estaba programado para el Gabriele de Simon Boccanegra pero se enfermó, logrando actuar sólo en las últimas funciones. Aldo Protti sostenía la parte principal mientras que Cesare Siepi encarnaba a Fiesco. Un largo paréntesis se abrió hasta abril de 1962 cuando regresó para su consagrado Radamés de Aida junto a Leontyne Price, Cossotto, Protti y Ghiaurov. La principal sala milanesa desperdició a este valioso tenor para quedarse con sus grandes nombres de siempre (Del Monaco, Corelli y Di Stefano) y hasta llegó a preferir a otros (Penno, Borsó y Prandelli) que estaban muy por debajof de su nivel. Aun así, en los años que siguieron Bergonzi pudo ser aplaudido en La Scala en más de una ocasión.
La carrera internacional de Bergonzi (aparte de las actuaciones francesas ya comentadas) se afianzó en 1953 con presentaciones en Inglaterra y Sudamérica. En el Stoll Theater de Londres fue Don Alvaro en La forza del destino. También fue aplaudido en teatros de España y Portugal. En el Teatro Colón de Buenos Aires estuvo presente en el año aludido, cuando también debutan Renata Tebaldi y Giuseppe Taddei. Con ambos cantó una aplaudida Tosca. Luego vino Radamés en Aida, para finalizar con Don Carlo en el que los brillos principales estuvieron a cargo de la impactante Eboli de Ebe Stignani. Luego de actividades en otras latitudes regresó triunfalmente en 1968 con el Turiddu de Cavalleria rusticana, que fue un ejemplo de «verismo belcantista». También recordamos una Tosca de 1972 en compañía de la soprano Marion Lippert, bajo la dirección de Enrique Sivieri.
Uno de los centros líricos que ocupó con mayor asiduidad a nuestro tenor fue Estados Unidos. Se presentó por primera vez en la Opera de Chicago (1955) en un programa doble que estaba integrado por Il Tabarro y Cavalleria rusticana. El 13 de abril de 1956 ya estaba en el Metropolitan, que se convirtió en un hogar artístico fiel y duradero. En la temporada 1956/57 fue Radamés en Aida y en Manrico en Il Trovatore. En 1957/58 estuvo atareado con Cavaradossi en Tosca, Rodolfo en La Bohème, Don José en Carmen, Don Alvaro en La forza del destino, el protagonista de Andrea Chenier, Edgardo en Lucia di Lammermoor (con Callas) y Pinkerton en Madama Butterfly. El 5 de febrero de 1959 fue Macduff en un Macbeth verdiano protagonizado por Leonard Warren. Maria Callas debió haber sido la antiheroína femenina pero su disputa con Rudolf Bing hizo que su contrato fuera cancelado. Fue sustituida por Leonie Rysanek. En ese período Bergonzi agregó a su repertorio neoyorquino las óperas Manon Lescaut y Pagliacci. En marzo de 1960 cantó Gabriele de Simon Boccanegra y en enero de 1962 su famoso Riccardo de Un ballo in maschera. En noviembre de ese año fue aplaudido como el protagonista de Ernani. Los últimos papeles incorporados a la lista de ese teatro fueron Il Duca di Mantova en Rigoletto (1964), Nemorino en L’elisir d’amore (1966), Enzo en La Gioconda (1968), Pollione en Norma y Alfredo en La Traviata (ambos en 1970) y Turiddu de Cavalleria rusticana (1971). Las actuaciones de Bergonzi para el Metropolitan, sumando las de la sala principal con las giras, estuvieron por encima de las trescientas. El 4 de diciembre de 1981 se festejaron sus Bodas de Plata con una gala. Fuera de Chicago (donde en 1955 interpretó a Avito en L’amore dei tre re actuó tardíamente en San Francisco (1969). La ópera elegida fue La forza del destino y la actuación de Bergonzi, muy aplaudida. No regresó a la compañía. Su actividad europea estuvo centrada en las Operas de Hamburgo, Munich y Viena. En Italia siguió exhibiéndose en Verona, Roma y Nápoles. A pesar de que sus primeras presentaciones francesas se remontaban a 1952, París lo conoció recién en 1978 a través de conciertos para a radio.
Bergonzi se retiró oficialmente el 4 de octubre de 1993, con un concierto de la Salle Gaveau de París. Ha actuado con posterioridad en ocasiones especiales.
Muy activo hasta tiempos recientes, este tenor ha sido uno de los cantantes más admirados de las últimas cuatro décadas a causa de una personalidad que rechazó la extraversión interpretativa y vocal, mientras en sus colegas imperaba la indiferencia hacia el estilo y el canto privado de intelectualidad. Las excelentes dotes de Bergonzi lo han convertido en un favorito de los entendidos, que han sabido apreciar su esfuerzo por limpiar las ejecuciones de amaneramientos y desbordes. El público en general también le ha sido fiel y lo ha aplaudido aun en los títulos donde le faltaba una importante cuota de arrojo. No ofrecía apostura física (como Corelli o Gedda) ni era buen actor, pero basaba la seducción de su arte en un canto pulido y lleno de preciosismos de fraseo. Aun así, una buena parte del público opina que sus cuidados eran excesivos y en muchos momentos podría llegar a aburrir.
El volumen de Bergonzi no gozó de la tradicional amplitud y proyección de los grandes tenores italianos del pasado y la zona aguda, aunque llegaba bien el Si natural, no poseía el brillo y la seguridad impactantes de un Lauri-Volpi. En la senda de Pertile, Bergonzi sobresalió por la técnica depurada, el juego de las modulaciones, el sabio manejo de los centros y la fonación dúctil y mórbida. Fue un magno ejemplo de respeto a la música (al contrario de Pavarotti y tantos otros) y de instintiva sensibilidad interpretativa, y pavimentó un camino que desembocó en Plácido Domingo, quien en muchos sentidos puede ser considerado su heredero. En Verdi llegó a cimas muy altas a pesar de la falta de robustez de su órgano sonoro. La adecuación llegaba por el camino del fraseo y la ejecución cuidada. Las ligaduras y el traslado de la tradición belcantística a casi toda la producción verdiana compensaron la falta de fuste vocal para Radamés, Don Alvaro o Manrico. En este último personaje incluso se permitía hacer los trinos originales de «Ah, sì ben mio». No incursionó tanto en Rossini, Bellini y Donizetti, quizá por haber dedicado más tiempo a las obras del genio de Roncole. Sin embargo, su Nemorino fue excelente y se atrevió a enfrentar a Pollione con bravura y dramatismo. En los acercamientos al verismo de Cavalleria y Pagliacci su presencia fue interesante para apreciar la diferencia de su desempeño con el de un Mario Del Monaco, aunque a veces se nota la falta de una fibra más sanguínea y visceral. Si algo estaba ausente en el canto de Bergonzi era la sensualidad y la variación de colorido, lo que puede haber sido notado por quienes señalan la pizca de tedio que hay en sus interpretaciones. El primer Verdi (Oberto, Ernani, Rodolfo, Macduff y Foresto) le quedaban como anillo al dedo. También Il Duca di Mantova y toda la gama de personajes hasta Don Carlo, con especial mención a Riccardo. En el protagonista de Un ballo in maschera logró efectos únicos y se colocó en un lugar de privilegio entre los magníficos intérpretes de la parte que hubo en este siglo. En Puccini supo brillar con Rodolfo, siempre en el camino del buen canto.

Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – CALLAS Y 99 CONTEMPORANEOS

————————–

Carlos Keliber2004 – Fallecimiento en Konjšica (Eslovenia) del director de orquesta CARLOS KLEIBER. Había nacido en Berlín (Alemania) el 3 de julio de 1930. Hijo del célebre director de orquesta austríaco Erich Kleiber y de la estadounidense – de origen esloveno – Ruth Goodrich, el pequeño Carlos demostró desde muy temprana edad aptitudes innatas para la música durante su infancia transcurrida en Berlín, Buenos Aires y La Habana.
Debido a las tensiones existentes entre Erich Kleiber y el régimen del III Reich (como la decisión de Paul Josef Goebbels y del Ministerio de Cultura nazi de aplazar −sine die− el estreno de la ópera Lulú, de Alban Berg), el director renunció a su puesto al frente de la Ópera Alemana de Berlín y se exilió en Buenos Aires, Argentina, país que ya había visitado durante varias de sus giras por el continente americano (1926, 1927, 1928) y donde conoció a su esposa, la madre de sus hijos Carlos y Verónica.
Carlos – berlinés nacionalizado argentino desde su llegada a este país cuando tenía seis años – comenzó sus estudios musicales en Buenos Aires, aunque su padre se opuso frontalmente desde un principio a que su hijo se dedicase profesionalmente a la música en general, y a la dirección de orquesta en particular. Carlos debutó a los 20 años en el Teatro Colón y el Teatro Argentino de La Plata, regresando poco después a Suiza donde estudió Química para complacer a su padre.
En 1953 regresa a Europa y trabaja en el Teatro Gärtnerplatz de Munich. Sólo firmó contratos fijos con las orquestas de Postdam, Zúrich, Stuttgart y Düsseldorf en la Deutsche Oper am Rhein en 1966 y su nombre comenzó a disputarse entre las grandes orquestas europeas.
En 1973 su grabación de Der Freischütz de Weber es aclamada y en 1974 al 1976 dirige en el Festival de Bayreuth un Tristan und Isolde legendario. Lo dirige nuevamente en 1978 en La Scala y lo llevará al disco su versión con otros intérpretes en 1980 con la orquesta de Dresde.
Dirigió los Conciertos de Año Nuevo de 1989 y 1992 en Viena al frente la Orquesta Filarmónica de Viena (Wiener Philharmoniker). Su repertorio abarco 22 compositores y sus grabaciones de las sinfonías de Beethoven – especialmente las Sinfonías Quinta y Séptima-, Brahms y Schubert a menudo son consideradas «versiones definitivas».
Restringió su repertorio a obras que ensayaba incesantemente en búsqueda de la perfección. Sus grabaciones oficiales y piratas de las óperas que figuraron en su repertorio son prueba de ello: Wozzeck – que su padre estrenó en 1925 – La Boheme, La Traviata, Otello, Der Freischütz, Tristan und Isolde, Carmen, Die Fledermaus, Elektra y en especial Der Rosenkavalier (El caballero de la rosa) de la que existen dos versiones captadas en DVD, desde la Ópera Estatal de Baviera y la Ópera Estatal de Viena.
Con el tiempo, Carlos se convirtió en el más elusivo y requerido de los directores de orquesta de la última mitad del siglo.
Al deceso de Herbert von Karajan le fue ofrecido sucederlo al frente de la Orquesta Filarmónica de Berlín pero el rechazó la oferta. Nunca concedió un reportaje y cancelaba sus actuaciones a menudo. Es una figura de culto.
Sus esporádicas apariciones en La Scala, el Covent Garden, el Metropolitan Opera, Viena, Munich – donde prefería trabajar- , Berlín y Tokio eran ocasiones muy codiciadas por la crítica y público.
Casado con la bailarina Stanislva Brezovar (1937-2003), tuvo dos hijos, Marko y Lilian.
Al morir su esposa, la vida de Kleiber se apagó rápidamente muriendo meses después.

Fuente:
Wikipedia – La enciclopedia libre