12 de junio

1829 – Estreno en el Palacio Real de Berlín de la ópera en tres actos “AGNES VON HOHENSTAUFEN” de Gaspare Spontini (1774-1851), sobre libreto de Ernst Raupach.

Fuente:
Bertelé, Antonio [et alt.] – ENCICLOPEDIA DEL ARTE LIRICO

—————————-

Paul Plançon1851 – Nacimiento en Fumay (Francia) del bajo PAUL PLANÇON. Fue alumno de Duprez y de Sbriglia. Debutó con Les Huguenots en Lyon, en 1877; pasó luego al Gaité-Lyrique de París, y en 1883 a la Opera, donde debutó como Méphistophélès en Faust. En esa sala permaneció por un período de diez años. Cantó, entre otras óperas, Der Freischütz, Le Prophete, L’Africaine, Romeo et Juliette, Hamlet y apareció en los estrenos mundiales de Le Cid de Massenet, en 1885, y de Ascanio, de Saint-Saëns, 1890. A partir de 1891, y hasta 1904, actuó en todas las temporadas de primavera del Covent Garden. El 29 de noviembre de 1893 debutó en el Metropolitan con Philemon et Baucis. Siguieron títulos como Hamlet, Lohengrin, Romeo et Juliette, Faust, Die Meistersinger, Tannhäuser, Mignon, Guillaume Tell, Aida, Elaine, Les Huguenots, Manon, Samson et Dalila, Le Prophete, La Favorita, La Navarraise, La Damnation de Faust, Mefistofele, L’Africaine, Le Cid, Ero e Leandro, Carmen, Die Zauberflöte, La Gioconda, Un Ballo in Maschera (Samuel), La Sonnambula y Marta. Entre 1893 y 1906 apareció frecuentemente en el Auditorium de Chicago.
POL PLANÇON falleció en París, el 12 de agosto de 1914, en los primeros meses de la guerra.
Durante los últimos treinta años del siglo pasado, Plançon poseyó una de las voces más hermosas y sonoras, junto con las de Edouard de Retszké y Jean-François Delmas. Brilló por la pastosidad, sonoridad, potencia y extensión, además de reunir en sí las características del bajo profundo y del barítono dramático. Fue un cantante de gran elegancia escénica. Poseía además un físico privilegiado que le daba mayor relieve. En el género romántico francés su personaje favorito era el Saint-Bris de Les Huguenots; en el italiano, el Baldassarre de La Favorita y el Ramfis de Aida. Allí podía lucir sus condiciones señoriales. Las grabaciones de Plançon son toda una rareza. Comienzan con los cilindros Bettini en Nueva York, pero no se conocen ni se sabe si han sobrevivido. El grupo sucesivo es el Zonophone, grabados a principios de siglo en París; la voz se muestra hermosa, a pesar de la edad y de lo rudimentario del sistema. Las grabaciones Gramophone & Typewriter son muy buenas, y el timbre se puede apreciar con bastante calidad. De todas formas, éstos son testimonios que no dan más que un pálido reflejo de lo que al parecer fue el excepcional rendimiento de este cantante.

Fuente:
Patrón Marchand, Miguel – 100 GRANDES CANTANTES DEL PASADO

—————————-

Marcoux Vanni1877 – Nacimiento en Turín (Italia) del bajo barítono VANNI MARCOUX [Jean-Émile Diogène Marcoux]. De padre francés y madre italiana. Su madre le dio el apodo de “Vanni”, abreviatura de Giovanni, el equivalente italiano de Jean. Después de completar sus estudios de abogacía, decidió dedicarse a la música, comenzando su formación con Collini en el conservatorio de su ciudad natal. Hizo su debut a los 17 años, como Sparafucile en el Rigoletto verdiano. Después de estudiar en París con Frédéric Boyer, hizo su presentación en Bayona (Francia) como Frère Laurent en Roméo et Juliette de  Gounod  en 1899. De allí en más, se presentó en varios teatros de provincia, hasta debutar en el Covent Garden como Basilio en el Il barbiere di Siviglia de Rossini (1905), y en La Monnaie de Bruselas (1906), como Bertram en Robert le diable de Meyerbeer
VANNI MARCOUX  debutó en la Ópera de París (1908) como Mefisto del Faust de Gounod,  y en La Scala (1910), como el Viejo Hebreo en Samson et Dalila de Saint Saëns. Ese mismo año cantó por primera vez el Don Quixotte de Massenet en la «Gaieté Lyrique» en París, un papel que pronto se convertiría en su rol característico. Durante casi 40 años, VANNI MARCOUX fue una figura familiar y muy admirada en la vida musical parisina, principalmente en la Opéra y la Opéra-Comique, dónde creó un buen número de roles de óperas contemporáneas, tales como Lysistrata de Gunsbourg, L’Arlequin de d’Ollone, Monna Vanna y La femme nue de Henry Février, Panurge de Massenet, y L’Aiglon de Arthur Honneger y Jacques Ibert.
Las noticias sobre su éxito europeo cruzaron el Atlántico y fue entonces invitado a Boston, donde hizo su debut como Golaud en Pelléas et Mélisande (1912). Luego siguió su debut en la Lyric Opera de Chicago (1913), encarnando a los cuatro villanos de Les contes d’Hoffmann de Offenbach, que es considerado como uno de sus más logrados trabajos histriónicos. Su éxito norteamericano se debió en parte a Mary Garden, que popularizara la ópera francesa en esas latitudes.  VANNI MARCOUX se presentó en el Teatro Colon de Buenos Aires en 1919.
Fueron también destacados en su carrera, los roles de Philippe II en Don Carlo, Iago en Otello y Gianni Schicchi.  VANNI MARCOUX comenzó a enseñar en el Conservatorio de París en 1938. Se retiró en 1948, convirtiéndose en ese año en director del Grand Théâtre de Bordeaux, puesto que mantuvo hasta 1951.
VANNI MARCOUX falleció en París (Francia) el 22 de octubre de 1962.
La carrera de este gran artista posiblemente haya sido una de las más destacadas del siglo XX, tanto por su duración como por la amplitud de su repertorio. Poseía una voz clara, aunque no especialmente potente, sostenida por una técnica impecable, excelente dicción y musicalidad y una extraordinaria inteligencia dramática.

Fuente:
Wikipedia – La enciclopedia libre

—————————-

1917 – Estreno en el Prinzregententheater de Munich de la ópera en tres actos «PALESTRINA» de Hans Pfitzner (1869-1949), sobre del compositor. Intérpretes: Ivogün, Erb, Feinhals, Brodersen, Bender. Dirección: Bruno Walter.
Que el compositor sea también el autor del libreto facilita la creación de una obra maestra, cosa que se consigue raras veces. Pfitzner utiliza melodías del siglo XVI, música de Palestrina, y la une de manera tan completa con su propia música que surge de aquí una obra sin costuras, en la que la inspiración y la técnica se equilibran al más alto nivel. Incluso escenas «poco musicales» como el juego de intrigas del Concilio está logrado totalmente. Es conmovedor su contraste con la soledad de Palestrina y con la maravillosa escena nocturna del canto de los ángeles.

Fuentes:
Hamilton, David – THE METROPOLITAN OPERA ENCYCLOPEDIA
Pahlen, Kurt – DICCIONARIO DE LA OPERA